Es conocida la expresión: ¡libre albedrío!
que significa “libertad
de obrar por elección”. Pero, ¿cuántos lo entienden? La libertad se encadena
a sí misma cuando por uso y abuso, decidimos hacer el mal. Se nota, por ejemplo, cuando con total impunidad, se violan leyes
o se pisotean derechos de terceros.
Quizá con ingenua idiotez, muchos vivan creyendo ser libres, sin advertir que son presos de su ignorancia y salvaje prepotencia, lejos, muy lejos de la verdadera libertad. Violaciones constantes: aparcamiento en las aceras, estacionamiento de vehículos en las veredas, polución sonora, no respeto a las reglas de tránsito….
Si quienes deben velar por el cumplimiento del orden no lo hacen, están encadenadas por su propia desidia. Así, se violan una y otra vez normas de conducta, se desprecia el bien común y al otro. Ser correctos no es fácil; los apetitos desordenados del falsamente libre, son pesadas cadenas que lo arrastran al mal.
Sólo saldremos de esta terrible prisión cuando nos decidamos por la única opción que libera, que permite el desarrollo de la persona y que perfecciona su libertad, esto es, por la verdad, nos recuerda Antonio Orozco en su libro “Libertad en el pensamiento” p. 18.
La banda de inadaptados, llamada con doliente ironía “aborto social” que inunda y lastima la convivencia colectiva… ¿tiene noción de lo que significa verdad, libertad, respeto, bien común?
Muchos jóvenes desatinados son víctimas, y a la vez, victimarios en este caos establecido. Víctimas porque no reciben educación en casa. Victimarios, porque se vuelven hordas que desparraman desorden, irrespeto y prepotente salvajismo en perjuicio de ciudadanos decentes y del bien común.
Este tipo de gente se arriesga a adquirir una inteligencia precozmente fatigada, cuando no atrofiada, porque su inquietud y dinamismo están movidos por lo superficial y frívolo, es decir, por lo pererí y el vyroreí.
Verdad y decencia son atributos ignorados. La verdad tiene sus exigencias y éstas desagradan, ahuyentan. Quien dice ser libre, no siempre lo es. Se es y está libre cuando se piense, se hable y se viva con la verdad.
¿Puede uno dominarse ante las cosas si no sabe qué son las cosas, qué es uno mismo y para qué vive? Una reflexión quizá nos revele qué parte de este caos, es culpa de los padres, si no orientamos a los hijos, ni le dimos los medios básicos para que puedan vivir como seres inteligentes en una sociedad.
Según Aristóteles, “quien no sabe vivir en sociedad, es una bestia o un dios”. Este artículo ya lo había escrito en el diario Última Hora el 09.07.2012, bajo el título de “El libre albedrío … está preso”. Pregunta obligada: Luego de once años…. ¿Mejoramos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario