lunes, 7 de agosto de 2023

¡TODO ESTÁ MAL! ¿Es realmente así?

 
No digas: “Lo que está perdido, perdido está. Es mejor que pienses y digas que lo que está perdido, tú lo puedes encontrar, y lo que está caído tú lo puedes levantar”, afirma A. Milagro y agrega: 

“Y esto, tanto en ti como en los demás: verás en tu vida buenas costumbres y sanos propósitos. También, a veces fallamos, no cumplimos; todo eso podemos remediarlo. Y en los otros, también notarás descuidos y tú puedes y debes ayudarles a su mejorar”. 

Todo esto debes hacerlo con los demás, con tacto y caridad, y en ti, con firmeza y constancia. No confiar en la bondad divina es el mayor pecado que cometemos. Si confiamos en Dios todo irá bien “Él no quiere que se pierda uno de estos pequeños” (Mt, 18,14)

Porque, “El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc. 19,10) Entonces, vive de tal forma, que Dios esté contento y apruebe todos tus actos; pero vive también, de modo que los demás sientan deseos de imitarte, con ansias de superación. 

Es verdad que no debemos hacer el bien sólo para que nos vean; también es cierto que estamos obligados a ser ejemplo para los que nos rodean. Teresita González, a los veintiún años en un convento Carmelita, se propuso aquel lema de su vida: “Señor, que quien me mire, te vea”. 

Que quienes nos miren, no les quede más remedio que ver a Dios en nosotros; quienes vean nuestro modo de actuar, vean, oigan y sientan a Dios. Cristo nos pide ser luz para otros. “Brille así vuestra gloria delante de los hombres, para que vean buenas obras y glorifiquen al Padre, que está en los cielos” (Mt, 5,16).  

La luz une y fortalece; pero cuando esa unión no es de fuerza física, sino de corazones, es más positiva. Se da la unidad de todos los hombres, cualesquiera sean sus ideologías, costumbres, nacionalidades y culturas. 

Cristo desea unirnos al Padre. Urge la unidad cristiana ya, pasar a un gozo real; no basta con no atacarnos unos a otros, es necesario abrazarnos de corazón. No habrá unidad si no quemamos en las llamas del amor, odios, desconfianza y peleas que separan y amargan. Si no hay perdón y amor, nunca llegará unidad. 

Es necesario fijarnos más en la meta hacia la que vamos, que es Dios, y menos en los caminos que llegan a la meta. Hoy que tanto se habla de Naciones Unidas, Estados Unidos, Repúblicas Unidas; ¿por qué no crear la realidad de los Creyentes Unidos?... Podemos hacer-icatu jajapo… si queremos.   

El Señor Jesús pidió al Padre la unión de sus discípulos. “Padre, cuida a los que me diste, para que sean uno como nosotros; que todos sean uno, como Tú, Padre en y yo en Ti; que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste” (Jn 17, 11-21) 

Porque a veces… ¡tropezamos para madurar como seres humanos! Entonces … ¡No todo está mal!

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