
La pregunta es frecuente en el ámbito pastoral donde desde hace tiempo vengo trabajando. Los niños son inocentes, entonces, ¿por qué bautizarlos? Tampoco faltan objeciones. Ello, dice el sacerdote Clemente González, se debe a una triple ignorancia: De los bienes del Bautismo, de la Palabra de Dios y de la práctica de la Iglesia.