sábado, 13 de marzo de 2021

LA IRA: ¡Repulsivo pecado capital!


Dice Fray Nelson Medina: la ira juega un rol importante en nuestras vidas. Cuando no dominamos nuestras emociones, perdemos el control y no perdonamos. Si la ira nos domina, nos comportamos de modo injusto y destructivo, ya que obramos por instinto.

A priori, la ira no es mala,  porque podemos enojarnos, pero sin pecar. Por eso, pudo decir san Juan Crisóstomo: “Quien con causa no se aíra, peca”.

Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, no sólo a los malos, sino también, a los buenos los invita al mal". “No pequen al dejar que el enojo los controle” (Ef 4,-26) 

“Jesús hizo un látigo y expulsó a todos del templo. Echó ovejas y ganado, tiró por el suelo las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Dijo: “Saquen todas esas cosas de aquí. ¡No conviertan la casa de mi Padre en un mercado!”. (Jn 12,15-16) 

Sólo cuando se excede la medida racional, o cuando no se llega al justo medio, la ira es, pecado... si la ira se centra en la venganza.

La Carta a los Efesios: “Si se aíran, no pequen. Toda aspereza, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre ustedes” (Ef 4,26.31), entiende que la ira no es mala, sino la conducta perjudicial o culpable que nace de ella.

¿Cómo es posible airarse sin pecar? Si hay pasajes de ira en la vida de Jesús, quiere decir que esta no es pecado; sino, un estado emocional normal. Cuando a uno le pisan el pie, salta. En ese caso la ira es un sentimiento normal. 

Tenemos sentimientos de ira. Pero estos no deben llevarnos a una conducta vengativa. Es verdad que no se controla los sentimientos, pero podemos controlar la reacción. Una cosa es sentir ira y otra... gritar, amenazar o golpear. 

Entonces, la ira no es pecado, mientras sea aislada y se eviten las conductas que sean perjudiciales para la vida. De todos modos, la ira es un sentimiento difícil de controlar.

Los cristianos de la primera comunidad apostólica se amaban y se trataban mutuamente como hermanos (Hech 2,42-47). Con el tiempo, las comunidades fueron creciendo en tamaño y en número y también, creciendo las diferencias personales (1Cor 11, 17-22). 

Incluso, se hizo más difícil recordar que ser cristiano suponía fuertes exigencias en las relaciones personales. No basta con recibir el bautismo, con rezar y participar en la celebración de la Eucaristía. 

Los cristianos tenían que vivir su fe en el contacto con el hermano, en sus diarias relaciones. Y las comunidades empezaron a tener fuertes dificultades en las relaciones, cayeron en la mediocridad, destruyendo la vida comunitaria, como hoy.

Las emociones y sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. (CIC 1767-1774). En segundo lugar, el sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o desea, no es alcanzado. Por eso, si no hay deseo no hay ira. 

Luego, si espero que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar y mantengan la casa en orden, y esto no sucede me voy a frustrar. El sentimiento de ira reacciona a mi frustración, porque las cosas no suceden como yo quisiera que sean.

Cristo se airó porque convirtieron la casa de Dios en cueva de ladrones. Cuando vinieron los niños a Él, los apóstoles no los dejaron acercarse, el Señor se enojó. Es reacción normal, del celo por la gloria de Dios insultada. La ira normal nunca lleva a la agresión.

Hay otro grado al cual puede llegar la ira: es lo que llamamos "rabia", la furia. Ese grado de ira lleva a la agresión de palabra o de obra; la rabia es una forma fuerte de ira. Es terrible y lleva a la violencia, a la agresión. No hay que confundir ira con rabia… 

La ira contra el prójimo no nos libera del más grande de los mandamientos. Al momento de la ira, responder con caridad, con actitud y conducta de los que viven en Jesús… “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33).

No es fácil…pero…¡Eso nos pide Ñandejara! ...y por algo..será. 

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