CONTRA LA MENTIRA
¿Qué hace bueno el diagnóstico de un médico? ¿Qué hace buena la decisión de un árbitro y la sentencia de un juez? Sólo esto: la verdad. Por eso, una vida digna sólo se puede sostener sobre el respeto a la verdad, sostiene José Ramón Ayllón.
Líder del LGTBI: “Ahora tengo claro que la persona no
nace gay”. Una historia real muy interesante de un inglés activista pro
LGTBI en Londres su nombre es, James Parker, que al tener un encuentro personal
con Cristo su vida cambio radicalmente, hoy es defensor de la familia natural,
un hueso duro de roer por la comunidad del LGTBI.
Supongo que dejé la homosexualidad por accidente. Nunca lo planeé; la terapia fue un intento por resolver temas de relaciones y compromiso, no de identidad sexual. Nunca tuve ningún deseo de cambiar mi sexualidad. Pero eso es lo que pasó - de hecho, me cambió todo.
“Después de haber tenido cientos de parejas homosexuales, terminé casándome con una mujer y teniendo una hija. Toda mi visión de la vida cambió. Pasé de ser una persona arrogante, tratando desesperadamente de ocultar mi profunda inseguridad en situaciones de grupo, a ser un tipo fuerte, asertivo que amaba los deportes y las películas de guerra. A mis 46 años, no me he sentido mejor en mi vida.
Un infierno de adolescencia. “Para mí la adolescencia fue un infierno. A menudo pensé en suicidarme, en ocasiones me autolesioné, tenía un problema cada vez mayor con el alcohol y la pornografía gay. Se lo dije a mis padres a los 17 años, hecho un mar de lágrimas.
Mis padres reaccionaron de manera
increíble; me dijeron que ya sabían que era gay y que contase con su amor de
manera incondicional. Mis compañeros del colegio también me dijeron que lo
sabían desde hacía un tiempo y que me apoyaban. El proceso de "salir del
armario" no fue doloroso ni traumático.
A los 18 años me fui a vivir a Londres desde el norte de Inglaterra, abracé totalmente mi identidad gay. Me convertí en la primera persona en vivir abiertamente como gay en la sección de la universidad a la que asistía, incluso establecí un grupo LGBT con otros estudiantes, predicaba activamente en contra de los que decían que ser homosexual era de alguna manera una elección.
Nunca sentí la necesidad de cambiar. Yo había nacido gay, era todo lo que sabía. (…) Me deleité en el mundo gay de Londres, esto me llevó a una vida muy promiscua. De hecho, llegué a tener 200 parejas sexuales.
“Finalmente me asenté y mantuve una relación más duradera con un novio, un ex-soldado, veterano de las Malvinas. Consideré la idea de salir al extranjero para casarme con él, al menos formalizarlo por lo civil. Pero en ese tiempo, tomé la decisión de iniciar una relación con Cristo, esto me llevó a examinar mi vida con mayor profundidad.
Terminé la relación con mi pareja y logré hacer borrón y cuenta nueva. Siguiendo el consejo de un amigo fui a terapia para resolver mis problemas hacia con las relaciones y el compromiso (…)
Mi terapeuta nunca se centró
exclusivamente en mi atracción sexual hacia los hombres (…) Gran parte se centraba en perdonar a quienes tenía que perdonar, y reconocer que
yo había construido muros ante personas significativas en mi vida, en especial
ante mis padres y hermanos (…)
Las personas se habían acercado a mí,
pero yo los había rechazado, incluyendo a mi padre y a mis dos hermanos
mayores. Ahora entiendo por qué los hombres se convirtieron en un misterio para
mí e incluso una obsesión en mi adolescencia, que fue cuando empecé a
sexualizar a los hombres y a alimentarlo a través de la pornografía.
Mis miedos y la ansiedad disminuyeron gradualmente, y empecé a sentirme más aceptado cuando estaba entre hombres y mujeres. Pasé de rechazar constantemente la identidad masculina a abrazarla; mi postura corporal cambió…y perdí mi manera afeminada de andar. Me cambió el tono de voz de tal manera, que la gente incluso me lo solía decir.
Empecé a ver qué tal vez nunca fui realmente gay y que había un hombre tan real y tan noble como los que a menudo había admirado, adorado y anhelaba en lo profundo dentro de mí, que estaba a la espera de ser liberado. Nunca fui gay.
El contacto físico con las mujeres, incluso tocar el pelo de una mujer se hizo más agradable. Empecé a disfrutar de ser un hombre y disfrutar más de la compañía de las mujeres (…) Fue un proceso gradual, que me llevó a salidas y relaciones con mujeres.
Llevo casado con mi mujer ocho años, tenemos una hija de cinco años. Me encanta el arte y el teatro, pero me gustan los deportes de equipo, esos que temía tanto cuando era niño… No echo de menos el estilo de vida gay que dejé. Cuando visité a mi ex novio, cinco años después de la terapia, pude ver los inconvenientes de esa vida, había contraído el SIDA…
¿Qué dirán los próceres de la mentira perversa antinatural y antivida, entre quienes, lamentablemente se hallan periodistas "progres" de nuestra postrada patria?
Nota: Este testimonio ha sido cedido por: www.voices-of-change.org.
Versión traducida por Elena Lorenzo: Gay
Conversion: I Slept With Over 200 Men, Now I’m a Happily Married Heterosexual
Dad by James Parker.
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