lunes, 9 de octubre de 2017

EL FÚTBOL... AIPO... “SU MAJESTAD”...

¡¡ MERCANTIL  e  IDIOTIZANTE!!
"En la cancha se refleja la sociedad que somos"

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Ayer un amigo se lamentaba así: “Andá a la cancha y verás la sociedad que somos”. Momentos de terror, protagonizados por barras bravas, durante el encuentro entre Olimpia y Sol de América, me recordó el susto que vivimos con mi familia en Para Uno, hace un poco más de tres décadas, a la salida de la cancha.
¿Por qué el mal llamado su majestad el fútbol, pasión de multitudes, no puede divorciarse de los violentos “abortos sociales” que se organizan para destruir espectáculo y crear zozobra en las familias, a quienes se les invita a participar en tales eventos? ¿Quiénes son culpables?.

Oí decir a un periodista muy ofuscado que la APF prohíbe el ingreso del hincha con su radio, pero permite otros elementos peligrosos como se ha visto en imágenes. ¿Cuándo las autoridades en general, tomarán definitivamente las medidas para evitar actos criminales? ¿Cuándo pió -decía mi amigo- los responsables dejarán de ser py tyryry, como diría aquel ex presidente de la República?

El hecho de que el fútbol sea una válvula de escape de tantas frustraciones o para distraer la atención de un pueblo abajado, no justifica de ningún modo conductas criminales.  ¿Quién solventa el traslado de las barras a los estadios y, de dónde proviene el dinero para comprar entradas si muchos de ellos no pueden comprar ni media galleta?

Si son los dirigentes deportivos quienes “bancan” el salvajismo, es hora de poner fin a este grotesco maridaje con los matoniles brabucones. De lo contrario, ya no habrá público decente en las canchas.

Malas lenguas dicen que las barras bravas gozan de poder…se sienten impunes. Adquieren prebendas de los clubes a los que apoyan y paradójicamente, extorsionan a jugadores, técnicos, árbitros, directivos, es decir, a todo el mundo. ¿Qué historia es esa?

El síndrome del “hincha” postea Aldo Benítez -01-12-2014: <Es insoportable ver cómo, al parecer, los dirigentes deportivos paraguayos están abocados a la misión de ahuyentar al público de las canchas.

Tenés que ser demasiado hincha, pero súper hincha, casi enfermo diría, para  aguantar ir a un estadio ante el peligro de ser asaltado por supuestos barras –en realidad son delincuentes- que utilizan a los clubes para hacer sus fechorías.

Tenés que ser demasiado hincha, casi un enfermo diría, para ver jugar a tu equipo a 40 grados de calor, o ir a un estadio cuya zona no es transitada por buses del transporte público los domingos, o dejarse robar por los ñembo “cuidacoches” en el caso de los que tienen también el valor de concurrir con sus vehículos>.

El amigo Xosé Manuel Domínguez P. dice: “En esta sociedad consumida, todo deriva en ganancia o rentabilidad. Con la mercantilización del deporte a través de los medios de información, aparece un objeto de consumo pasivo: el fútbol. Así se acortan horarios de clases, se paraliza la actividad laboral haciendo surgir la poderosísima industria del tiempo libre.

Convengamos que el fútbol-deporte, no el fútbol-espectáculo, tiene que ver con el desarrollo de un pueblo. Colabora en la promoción de la salud física y psíquica, inculca disciplina, esfuerzo y respeto. Favorece la inserción y la relación social de los miembros de la comunidad. Por consiguiente, educa.

Pero en el fútbol-espectáculo ya no importa el deporte sino el dinero. Tanto jugadores, técnicos y dirigentes lo experimentan como un trabajo competitivo y rentable, sometido a las más duras e inhumanas leyes del mercado. Se ha convertido en una empresa cuyo anhelo es el lucro desmedido que llega a cosificar al hombre”.

        Señor deportista, saque usted sus propias conclusiones.


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