jueves, 16 de junio de 2016

CULTO AL “PERREO” SIN FRENOS NI BARRERAS (I)

¿SODOMITISMO  POSMODERNO?

Me apresuro a decir que sin lugar a dudas, el tema es complicado porque da lugar a distintas opiniones, solo afirmo con convicción mis creencias, sin pretender imponerlas al lector. Cada quien lo tomará como quiera o pueda dependiendo de qué tan sólida osatura moral posea o de averiada conciencia…

El Dr. Gindin dice: “En el hogar y en la escuela, nuestros padres y maestros probablemente se han preocupado por enseñarnos todo lo necesario para la vida, pero no a hacer el amor. A hombres y mujeres les han hecho creer que se nace sabiendo eso”. (José Luis & Silvia Cinalli - Sexualidad Sana para una Vida Plena- p.7).

¿Qué tan cierta es tal aseveración? No es necesario ser estudioso para saber que la fauna terrícola ha manifestado siempre conductas contradictorias como estilo de vida; dando rienda suelta a sus gustos, placeres y pareceres, en el oscuro mundo de las pasiones. No faltan quienes aducen para explicar – más que justificar - derechos de su libertad individual ante las más groseras aberraciones.

Este desatino conductual tiene “bendición” y vía rápida a través de la globalización basada en la creencia que por medio de la cultura se manifiesta la integración con otros pueblos y costumbres (¡Aleluya! si tal mundialización-globalización sean perennes e inmutables valores y principios... y no la destrucción devastadoras contrarias a la ley natural (homosexualidad, pedofilia, zoofilia… entre otras extendidas aberraciones).

Al deseo descontrolado la Biblia llama lascivia, una incontrolable tendencia de la voluntad a arder en deseos y satisfacer, por ejemplo, el apetito sexual. Y ¡pobre angá de aquella persona que no satisface sus deseos…es coartada nomás luego su libertad de vivir!.. chillarán los pontífices defensores del carpe diem.

Así las cosas, hacer el amor y tener sexo… para muchos son la misma cosa. El sexo es un evento o acto físico. Entonces, ¿Por qué escandalizarse si hay diferentes tipos de sexo perruno entre un hombre y una mujer, dos mujeres, dos hombres, más de dos personas, con animales o con uno mismo?.

Luego, hace su esplendorosa aparición el nuevo “becerro de oro”… el cultuado “grial”: Lo antinatural; pansexuales, polisexuales, asexuales, la homosexualidad (atracción hacia personas del mismo sexo) y la bisexualidad (atracción hacia personas de ambos sexos) y otros, que son actos inmorales y depravados, por causa de una mentalidad transgénero. 

El deseo descontrolado nos saca de nosotros mismos, nos desubica, nos dispara y proyecta, nos vuelve excesivos, hace que vivamos en la improvisación, el desorden y el capricho, máximas expresiones de la libertad llevada al paroxismo. El deseo controlado reivindica la vida, el placer, la autorrealización, la libertad. Viven al ritmo que les marca el deseo, es como un caballo que hay que amaestrar para conducirlo. (cfr. IMT Instituto Mentes Transformadas - Consejería para restaurar la conducta sexual).

La lujuria, en cualquiera de sus pésimas modalidades, es rechazada con energía por la sagrada Escritura. «Ni fornicarios, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni sodomitas… herederán el reino de Dios» (1Cor 6,9-10). Los fornicarios, en efecto, son «idólatras»: dan culto a la criatura en lugar de al Creador (Ef 5,5; Col 3,5-6; Rm 1,25). 

La lujuria repugna en absoluto al que es miembro de Cristo y templo de la Trinidad divina (1ª Cor 6,12-20). Y se puede pecar contra la castidad con actos sólo internos. Cristo nos enseña que «todo el que mira a una mujer deseándola, ya en su corazón comete adulterio con ella» (Mt 5,28). 

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