COMPROMISO BÁSICO DEL CRISTIANO
Denominarse
cristiano supone seguir fielmente a Cristo. Ser cristiano, por consiguiente, es un estilo de vida
por acción libre y amorosa. Es hacer
siempre bien, el bien.
Así las cosas,
el cristianismo no es para cobardes, que temen desproteger su “yo” por los
dardos y calumnias que supone remar contra corriente, llamando a
las cosas por su nombre y viviendo con conciencia recta, aunque tal conducta,
muchas veces, atente contra los dogmas sociales hoy. Este es el triple
compromiso del bautizado:
Sacerdote: “El sacerdote trabajar para Dios, no sólo para
el hombre”, dirá Juan P. II. El sacerdocio común y el ministerial
están ordenados el uno al otro. Se vive el sacerdocio dando testimonio de Cristo,
y razón de la esperanza en Él y en la vida eterna. El laico actúa ofreciéndose
a sí mismo. Un miembro separado es un miembro muerto.
Profeta: Es aquel que vive dos realidades al mismo
tiempo. Por un lado, anuncia la buena noticia, predicando y viviendo
lo que predica. Y sólo entonces el profeta es un instrumento que transmite
la voluntad divina a los demás. Por otro
lado, denuncia los pecados de la sociedad actual. Así, asume el desafío
de vivir radicalmente su compromiso, actuando en y como Iglesia.
El día en que
Jesús enseñó las bienaventuranzas –dirá Carlos Díaz - firmó su sentencia de
muerte, pues, no puede predicarse algo tan "contrariamente horroroso"
a la filosofía de este hedonista mundo, sin que los terrícolas narcisistas
acaben vengándose, llevando al predicador a su tormentosa muerte.
Porque decir: "dichosos los que sufren...los tristes...los que tienen
hambre...(Mt 5, 1-12), es el mejor camino para ganarse
enemigos. Y la crucifixión no podía estar lejos cuando agregó: " ay de
vosotros los ricos… de los que ahora están satisfechos porque ya habéis
recibido vuestro consuelo... ay de vosotros que ahora reís...porque
gemirán". (Lc, 6-24).
Rey: Título
real otorgada a Cristo, Él transmite a sus seguidores para hacerles capaces de
testificar su servicio en el mundo. En palabras sencillas, el verdadero Rey es
aquel que gobierna con justicia sirviendo a su pueblo. No es el soberano déspota y
tirano que se hace servir.
Al punto San Agustín
nos recuerda: "No se entra a la verdad, sino por el amor" Amor que se
traduce en magnanimidad, humildad, entrega y gran dosis de coraje para pensar
la verdad, decir la verdad y hacer lo justo. ¡Así actúa el
verdadero Rey!.
El cristiano que
vive su compromiso (de sacerdote, profeta y rey) con coherencia, es libre,
valiente. Goza de paz interior, a pesar de sus humanas debilidades. No se arruga ante el qué
dirán.
Cuentan que Leonardo da Vinchi se quejaba ¿?: “Señor, tú nos das dones, pero nos pides a
cambio, dolores, trabajo, cansancio”. Es curioso que nunca como ahora
el mundo tuvo tantos enseñadores de virtudes y ética, pero también, como nunca,
pocos practican lo que hablan.
Así las cosas,
es urgente hablar de lo esencial en favor de tantas ovejas desorientadas con el
reloj en la mano, no sine die, como gustan cacarear ciertos "sumos
pontífices del impresionismo" lingüístico, perennemente perdidos en
diarrea dialéctica. .
Hay dos tipos de
cristianos: el de los justos que se creen pecadores y luchan por superarse, el
otro, los pecadores impenitentes, que se creen justos. Estos carecen de
capacidad para sentir vergüenza y dolor por el mal causado a él mismo y a
otros. (Carlos Díaz)
¡Seamos de
aquellos que trabajan pendientes de la aprobación de Dios y de nadie más! Es
éste el verdadero compromiso de vida cristiana.
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