miércoles, 3 de junio de 2015

¡TE VOY A SER BIEN SINCERO…..!

¡SERÁ?

Es frecuente escuchar la expresión: te voy a ser sincero, intentando convencer al interlocutor. Pareciera que ser sinceros es cuestión de momentos y circunstancias. Así las cosas, en general - la actitud de fingimiento y disimulo pareciera normal.

Entonces, la verdad tiene poco que decir ante la propia conciencia. Es preferible arrinconar la verdad para no “herir”, para no “quedar mal” o no” comprometerse”.
Oigamos a Blaise Pascal, filósofo, matemático y físico francés (1623-1662) quien describe en sus “Pensamientos” algunas características del contradictorio actuar humano: Si alguno tiene cierto interés en ser amado por nosotros, se guardará mucho de hacernos algo que sabe que nos desagradaría; nos trata como queremos ser tratados.
Nosotros odiamos la verdad, bien, él nos la esconde; queremos ser adulados, él nos adula; queremos ser engañados, él nos engaña. Por esto, cada escalón de buena fortuna que nos eleva en el mundo nos aleja siempre más de la verdad; porque nos cuidamos siempre más para no herir a aquellos cuyo afecto es más útil y cuya enemistad es más dañosa.
Aun cuando el otro no tenga la razón, es conveniente dejar a salvo su amor propio. Así, la vida humana es una perpetua ilusión; no se hace más que engañarse y adularse mutuamente. Ninguno habla de nosotros en nuestra presencia como hablaría en nuestra ausencia. El hombre, pues, no es más que simulación, mentira e hipocresía, tanto respecto a sí mismo como respecto de los demás. No quiere que se le diga la verdad; evita decirla a los demás, y estas disposiciones suyas, tan lejanas de la justicia y de la razón, tienen una raíz natural en su corazón.

Un estudio psiquiátrico revela que se miente cuando se dice algo que va en contra de lo se sabe, cree o piensa. Todos mentimos por varias razones. Contradictoriamente esperamos que las personas más cercanas a nosotros sean las más sinceras. A nadie le gusta que le mientan. Hay personas que mienten constantemente. Y hay personas que hasta llegan a creerse sus mentiras. Hablamos por tanto, de mentiroso compulsivo.

¿Por qué se llega ser mentiroso compulsivo? ¿Por pobre auto estima? ¿Para ser aceptado? Entonces aparece el drama de la “bola de nieve” porque tiene que cubrir sus mentiras previas con nuevas mentiras, una y otra vez. Y tantas mentiras, se hace vicio.

Otras personas mienten con maldad para obtener algún beneficio. Estas carecen de norma moral. Pero generalmente encuentran alguna excusa, la cual casi siempre es otra mentira. Son personas peligrosas. No son creíbles aun cuando eventualmente digan la verdad. No son felices y se convierten en problema para los demás.

¿Qué hacer con tipo de gente?  ¿Alejarse…y  si no es posible? Entonces, al menos, rechazar ser parte su mentira. La mayoría de los mentirosos –dicen los expertos - lo hacen porque los toleran y son de alguna manera, cómplices. No aceptar la mentira, forma parte de la solución y no del problema.

Atribuyen A. Lincoln este dicho: se puede engañar a alguna gente todo el tiempo, se puede engañar a todo el mundo por un tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Dirá Pascal: “Grande es la diferencia entre reposo y seguridad de conciencia. Nada proporciona la seguridad si no es la verdad, y nada proporciona el reposo si no es la sincera investigación de la verdad.”

         ¿Qué porción me corresponde en esta gran torta llamada mentira?  

No hay comentarios:

Publicar un comentario