PERO TAMBIÉN… ¡CON
DEBERES!
Los seres humanos hemos
sido dotados de inteligencia y ésta, nos permite pensar cuán lejos o cerca
estamos de los parientes animales (no racionales). Y por descontado está: es
suficiente razón para sentirnos una fauna de elevada dignidad.
Así las cosas, sólo
quien piensa modifica, moldea, transforma la materia ya existente, haciendo
aparecer (crear) lo que antes no existía: aviones, por ejemplo. Entonces y
gracias al hombre, ha surgido en el mundo una rara, (no pocas veces, contradictoria
y defectuosa) flor: el derecho.
Y hete aquí, chamigo mí, hemos incorporado a nuestro
modus vivendi una especie de cultura permanentemente reivindicadora: sólo
tenemos derechos…derechos a la tierra propia, derecho a subsidios, derecho a la
salud, derecho a ser lesbiano, derecho morir y matar, derecho a invadir,
derecho a cualquier desquicio que se venga a la mente.
“No más derechos sin
deberes, no más deberes sin derechos. Los derechos humanos son también un deber
de los humanos. Como humano
tengo el deber de trabajar por los derechos humanos para luego disfrutarlos;
como inhumano, sólo el placer de disfrutarlos sin haberlo defendido. Elige,
pues, entre vivir como humano humanizando, o disfrutar como inhumano
parasitando” (cfr. C. Díaz - Apología de la fe inteligente, p. 219)
El hombre emplea bien su libertad cuando
cumple con su deber. El deber es la obligación de hacer o de no hacer
algo. El deber es aquello a que el hombre se siente obligado por la ley moral o
por las leyes civiles.
Aquí la confusión: ¿Es un derecho – como
acostumbramos – estacionar el vehículo en la vereda o utilizarla como taller,
lavandería, chapería, bar, o venta de cualquier tipo de mercaderías, en
detrimento de los peatones a quienes se aplastan sus derechos?
¿Es derecho de cualquier prepotente
molestar a vecinos con elevada polución sonora noche y madrugada? ¿Es derecho
de hacer cualquier cosa, violando normas que las leyes civiles sin ser mínimamente
importunado por ningún tipo de “autoridad”?
Resulta evidente que
las autoridades, sean éstas civiles, policiales, judiciales, administrativas,
educativas, etc., tienen miedo o nada les importa cuando se trata de aplicar la
ley. "Cumplir y hacer cumplir la Constitución" ha resultado ser, en
el caso del Paraguay – en general -, una mera fórmula simbólica y hueca, en la
toma de posesión de algún cargo, resultante en pesada carga para Juan pueblo.
Ante cualquier autoridad, sea fiscal, gobernador,
juez, diputado o senador, ministro, intendente, o policía, puedo cometer
infracción: exposición al peligro en el tránsito, beber en la calle, montar una
motocicleta con roncador, sin chapa, ni luces ni casco protector y con más de
un acompañante, arrojar basura a la calle, conducir vehículo con una criatura
en mi regazo y demás etcéteras y no pasará absolutamente nada. ¿Qué es del deber de cumplir y hacer cumplir las
normas?
Sócrates bebió la cicuta
acusado de impiedad, por criticar los vicios de los dioses, y de haber querido
corromper la inteligencia de la juventud. ¿No deberían hacer lo mismo hoy,
quienes al no cumplir y no hacer cumplir los deberes de obediencia a las leyes,
sean responsables de proliferación de tantos delincuentes en nuestra sociedad,
siendo ellos mismos, parte de este desorden establecido?
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