miércoles, 24 de junio de 2015

RELACIONES HUMANAS (IV)

SU GRAN  VALOR

Nadie nace para ser una isla, las islas se relacionan con el agua y con los continentes. Los hombres son seres sociales. Como las partes del cuerpo se relacionan, así también, los hombres se intercomunican en todas partes del mundo. La cabeza, sola, no funciona; separada del cuerpo ya no puede pensar. Los brazos, las manos, las piernas, los pies desprendidos del cuerpo no pueden ejercer sus funciones.

Somos un sistema. La inteligencia necesita del cerebro. Compuestos de materia y espíritu, el cuerpo necesita del alma y el alma del cuerpo; así está la conformada la persona. El hombre es un todo y, como un todo, debe revelarse un todo armonioso.

Como ser gregario que es, el hombre necesita relacionarse con sus semejantes, porque el semejante atrae al semejante. Las buenas relaciones humanas constituyen la llave que abren todas las puertas del éxito en la vida: construyen amigos, mejoran las perspectivas de negocios y nos dejan felices y satisfechos. Las malas relaciones transforman a los hombres en sus propios enemigos, destruyen las más bellas esperanzas.

La persona que se relaciona bien no siente miedo sino que vibra con el éxito imaginado, confía en sí mismo, crea iniciativas, amplía su círculo de amigos, intuye los buenos negocios. Las buenas relaciones interpersonales embellecen y maduran nuestra personalidad, volviéndola más optimista y atrayente, digna de confianza.

Vale la pena relacionarse bien, siempre bien, solamente bien. Fuimos creados para ser   felices; es lo que queremos y es lo que Dios quiere; ser felices aquí y en la eternidad. Solos y aislados, marginalizados de la sociedad, no podemos ser felices. Pero siempre que podamos pensar en felicidad lo podemos y el pensamiento crea la realidad que pensamos.

Podemos relacionarnos bien procurando hacer felices a otros, lo que se transforma en buena receta de felicidad propia. La vida no para, dinámica por naturaleza, exige pensamiento y acción. Relacionarse bien es un desafío de todos los días y de todas las horas. No basta dialogar es necesario dialogar de forma agradable e inteligente.

Dice el Génesis 2, 18: “No es bueno que el hombre este solo” Las personas son más importantes que los objetos, que las cosas materiales, que el universo entero. El niño alrededor del segundo año de edad, ya busca la compañía de otro niño; aunque no sea capaz de jugar con su compañero, le gusta estar con él y jugar en su presencia. Si juega con otro niño se siente contento.

Nos preguntamos ¿por qué el hombre busca constantemente la compañía de los demás? A veces sucede que uno, disgustado y amargado, se aleja del grupo para estar solo; pero, después de poco tiempo, vuelve a sentir la necesidad de hablar con alguien, de encontrarse con los demás.

La soledad le pesa más que la compañía, aunque sea de personas no tan simpáticas y amigables. ¿Cuál es el motivo de esta atracción?.¿Por qué volvemos a buscarnos para estar juntos, no obstante tantas desilusiones y roces?.

Curiosamente, todo lo antes dicho, es perfectamente conocido por todos, luego, cuál es la dificultad para poner en práctica eso que conviene porque nos hace bien?. 

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