SU GRAN VALOR
Nadie nace para ser una isla, las islas
se relacionan con el agua y con los continentes. Los hombres son seres
sociales. Como las partes del cuerpo se relacionan, así también, los hombres se
intercomunican en todas partes del mundo. La cabeza, sola, no funciona;
separada del cuerpo ya no puede pensar. Los brazos, las manos, las piernas, los
pies desprendidos del cuerpo no pueden ejercer sus funciones.
Somos un sistema. La inteligencia
necesita del cerebro. Compuestos de materia y espíritu, el cuerpo necesita del
alma y el alma del cuerpo; así está la conformada la persona. El hombre es un
todo y, como un todo, debe revelarse un todo armonioso.
Como ser gregario que es, el hombre
necesita relacionarse con sus semejantes, porque el semejante atrae al
semejante. Las buenas relaciones humanas constituyen la llave que abren todas las
puertas del éxito en la vida: construyen amigos, mejoran las perspectivas de
negocios y nos dejan felices y satisfechos. Las malas relaciones transforman a
los hombres en sus propios enemigos, destruyen las más bellas esperanzas.
La persona que se relaciona bien no
siente miedo sino que vibra con el éxito imaginado, confía en sí mismo, crea
iniciativas, amplía su círculo de amigos, intuye los buenos negocios. Las
buenas relaciones interpersonales embellecen y maduran nuestra personalidad,
volviéndola más optimista y atrayente, digna de confianza.
Vale la pena relacionarse bien, siempre
bien, solamente bien. Fuimos creados para ser
felices; es lo que queremos y es lo que Dios quiere; ser felices aquí y
en la eternidad. Solos y aislados, marginalizados de la sociedad, no podemos
ser felices. Pero siempre que podamos pensar en felicidad lo podemos y el
pensamiento crea la realidad que pensamos.
Podemos relacionarnos bien procurando
hacer felices a otros, lo que se transforma en buena receta de felicidad
propia. La vida no para, dinámica por naturaleza, exige pensamiento y acción.
Relacionarse bien es un desafío de todos los días y de todas las horas. No
basta dialogar es necesario dialogar de forma agradable e inteligente.
Dice
el Génesis 2, 18: “No es bueno que
el hombre este solo” Las personas son más importantes que los objetos, que
las cosas materiales, que el universo entero. El niño alrededor del segundo año
de edad, ya busca la compañía de otro niño; aunque no sea capaz de jugar con su
compañero, le gusta estar con él y jugar en su presencia. Si juega con otro
niño se siente contento.
Nos preguntamos ¿por qué el hombre busca
constantemente la compañía de los demás? A veces sucede que uno, disgustado y
amargado, se aleja del grupo para estar solo; pero, después de poco tiempo,
vuelve a sentir la necesidad de hablar con alguien, de encontrarse con los
demás.
La soledad le pesa más que la compañía,
aunque sea de personas no tan simpáticas y amigables. ¿Cuál es el motivo de
esta atracción?.¿Por qué volvemos a buscarnos para estar juntos, no obstante
tantas desilusiones y roces?.
Curiosamente, todo lo antes dicho, es perfectamente conocido por todos, luego, cuál es la dificultad para
poner en práctica eso que conviene porque nos hace bien?.
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