Burla Sangrienta
Acababa el Señor de cubrir su desnudez luego
de la cruel flagelación, y los soldados de Pilato lo someterlo a nuevo martirio,
reuniendo alrededor de él a toda la compañía. Volvieron a desnudarlo y echaron
sobre su lacerado cuerpo un manto de escarlata y pusieron sobre su cabeza una
corona de espinas y en su mano una caña, y de dos en dos, los soldados decían:
¡Salve rey de los judíos!
Al retirarse unos le daban bofetadas,
otros le escupía en la cara, otros le estiraban la barba, otros tomando la caña
lo golpeaban en la cabeza para introducir más en sus sienes, las espinas de la
corona. (cfr. Mt, 27-29)