¿Regalo siniestro o gran oportunidad?
Se dice que el
hombre actual está abandonado más que nunca a su propia suerte.
Antaño la vida,
en el matrimonio, profesión, educación de los hijos y la actividad política y
cultural, era bastante más sencilla, porque el hombre se movía dentro de un
esquema coherente y previsible en el que se encontraba ya listos una estructura
y un sentido de su existencia, con la cual no tenía demasiadas complicaciones.
Tomamos como
ejemplo el matrimonio de antes: Aunque con dificultades – entre ellas,
numerosos hijos – se mantenía en pie. Hoy ya no es lo mismo. La modernidad
tiene sus exigencias: son caras, además, muchas de ellas, superfluas. El hombre
actual se hace la ilusión de que puede hacer y tenerlo todo.
Luego – como no
siempre puede tener ni hacerlo todo – está obligado a escoger entre todas esas
posibilidades y por lo mismo, debe renunciar a tantas cosas, ¡más que antes!.
Así las cosas,
el hombre de hoy ya no se siente satisfecho y más desilusionado de la vida,
pues debe competir en la “loca carrera del quien tiene más”, en el menor tiempo
posible y muchas veces, no interesando los medios…¡más que antes!.
El tiempo
actual, dirá C. Díaz, se caracteriza por la obsolescencia, es decir, todo lo
nuevo, demasiado pronto se vuelve viejo y, el inútil afán de tener mas, supone sufrimiento, el
sufrimiento por no mantener – aunque sea unas horas - lo que tenía en manos.
Tecnología,
esnobismo, afán de dinero, placer irracional que mucho embrutece, no es cosa
nueva, pero no se puede negar, válidamente, que esta inocente tilinguería
consumista, es ¡superlativamente más que antes!. Por lo dicho y lo no dicho, no
pocos consideran tiempos de “desengaños y sufrimientos”.
En necesario
decir que mucho de estos “desengaños y sufrimientos” son autoimpuestos. Porque,
¿qué necesidad hay de tener todo lo nuevo?, ¿qué aporta tener más de lo necesario?,
¿Por qué no contentarse con lo que se tiene, en vez de lamentarse por lo que le
falta, cuando lo que falta no es imprescindible?. Es urgente y necesario
rechazar la cultura hedonista-consumista que tanto daño causa.
Ciertamente, el
sufrimiento no buscado: enfermedades, traición de un amigo, fracaso laboral,
limitaciones personales, incomprensiones, privaciones materiales, falta de respeto,
frustraciones, accidentes, etc., son realidades que debemos afrontar con
sobriedad y valentía.
Pensemos que las
personas que amamos, son también las que más nos hacen sufrir. Sabemos que las
personas que tienen mayor capacidad de amar, también tienen más Capacidad de
sufrir. Por ello, capacidad de amar y de sufrir comparten morada y caminan juntos.
Si hilamos fino,
caeremos en la cuenta que los sufrimientos no son un regalo siniestro de Dios.
¿Por qué no entender que puede ser una gran oportunidad de dar un sentido a mi
vida?. El amor no eliminará los sufrimientos, pero segurísimo, lo hará más
llevadero. Víctor Frankl nos da ejemplo de que se puede, si se quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario