“Vida Buena”, es aquella que busca la verdad, el bien, la perfección. Y la Buena Vida, busca la comodidad, placer, éxitos y riquezas, es decir, la satisfacción de valores terrenales; llenar la panza, "chupar" como un "descosido", "sexo a todo trapo" y permanente relajo...
Es lo que enseñaba Sócrates, quien se decidió por la Vida Buena, en detrimento de la “buena vida”. Tanto es así que, por vivir la vida buena, sacrificó su buen pasar, hasta el punto de beber la cicuta, defendiendo la verdad, sin retaceos.
Sócrates encarnó valores solidarios en su vida; coherente en sus compromisos cotidianos con rectitud, con los otros y consigo mismo. Enseñó con su vida: prefirió morir, a renunciar a sus convicciones. Su vida fundamentó en la virtud y en la ley.
Para los griegos la vida feliz se alcanza en la ciudad,
fomentando la virtud individual y social, buscando afanosamente la sabrosa
convivencia humana, haciendo lo que es justo.
Desde el pecado edénico, el hombre sintió la tentación de la
idolatría; de disfrutar una vida llena de comodidades. Pero la acumulación de
bienes materiales no apaga la sed de ellos, sino que la aumenta.
Cuanto más cosas tiene, más participa de la “loca carrera de quien tiene más”, en el menor tiempo posible -muchas veces- sin interesar los medios para adquirirlos. Los medios de información incitan el apetito confuso de los sentidos, avivan un estilo de vida; la gente se torna, “consumista consumido por el consumo que lo consume”.
Según Aristóteles, “la seguridad hay que ponerla en la unión de hombres libres que buscan la Vida Buena, que no consiste en afanosa posesión de riqueza". La Vida Buena busca cultivar la inteligencia (aprender a pensar), la voluntad (aprender a querer el bien), la conducta (aprender a ser honestos...).
La ética clama por la sana convivencia, la vida buena. Para vivir bien y ser feliz es vital aprender a convivir. “La felicidad es a las personas lo que la perfección es a los seres”, decía Leibniz.
Alguien pregunta: ¿Qué llena y satisface a los seres humanos? ¿Es lo mismo vivir bien que ser feliz? ¿Será posible convivir, vivir bien y ser feliz?... Y el mismo se responde:
Mucha gente no cree en la felicidad; dice, es una ilusión, un imposible.
Unos creen que es liberación de la miseria, del mal; otros, logro y
celebración del bien, y están quienes la retrasan para la otra vida, en la cual
creen.
Así, hay que construir un mundo donde la Vida Buena priorice sobre la Buena Vida. Que el hombre sea reconocido por sus valores morales, no por su dinero o estatus.
Solo así podremos diseñar una mejor sociedad, menos devoradora de los bienes públicos, y más solidaria a la hora de hacer negocios, con el dinero de todos. Sólo así la paz social, el pleno derecho y la democracia de la que tanto cacareamos, será realidad.
La persona íntegra siempre hace lo correcto; hace todo aquello que considera bueno para uno mismo, sin afectar los intereses de los otros.
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