Esta crisis de la razón se derivó en crisis de la autoridad, de convivencia, de las ideas mismas. ¿Qué idea queda en pie, qué ideas se respetan, qué ideas se salvan en este caos establecido; qué ideas hay de Dios que con su luz pueda orientar y encauzar la humanidad?...
La crisis es de fe y a la vez, crisis de la razón. “El hombre es un animal racional y religioso, que está llamado a lo infinito. El hombre por sí mismo no puede alcanzar el infinito: es una mezcla misteriosa, inexplicable, de grandeza y de miseria; de bestia y de ángel”…
“El último acto de su razón es saber que no puede saber todo”. Por eso, desde el momento en que la razón llega a reconocer su propia limitación, se abren posibilidades, queda abierto el camino a que la verdad le sea revelada”. (Blaise Pascal).
El hombre por la sola razón no descubre su dignidad. El caos de ideas, derechos y deberes, seguirán mientras no veamos las cosas a través de la fe, única capaz de ver en el prójimo: amigo; enemigo, compatriota; extranjero o hermano…digno de respeto y consideración.
“No pocas veces el hombre de hoy se ignora a sí mismo, se desconoce a sí mismo, desconoce su dignidad y es un juguete cuando no una piltrafa, o una cosa cualquiera que no merece respeto ni se hace respetar”…
El hombre hoy está vacío de ideales que persigue sus instintos sin frenos ni barrera. ¿En nombre de qué, de quién se va a poner orden, a establecer la justicia, si la justicia para unos es sed de venganza, para otros aniquilación del prójimo? ¿Qué hacer?...
La razón humana enclenque y enferma, sólo encontrará su curación en Dios. La sociedad está formada de gente con exceso de delirio. Esta explosión de desatino es aplaudida como valor supremo, quedando la verdad y la ley supeditada al hombre. ¡Ejemplos hoy sobran!
La crisis de autoridad solo podrá superarse cuando su función no sea imposición de las propias ambiciones, sino cuando sea un servicio prestado a los otros, con honestidad. Estamos en puertas de alecciones. Luego, ¡es tremenda responsabilidad elegir bien!
De lo contrario, será igual a la fantástica aventura del Barón de Mûnchhausen: “Este, un día, cayó a un profundo pozo, no sabía nadar ni podía asirse de algo para salir del mismo.
En tan desesperada situación tuvo la "feliz" idea de salvarse agarrando con sus manos las propias orejas, tirando fuerte hacia arriba” Esta salida tan extravagante es idea del soberbio y matonil que cree salir airoso de trances difíciles, con pasos seguros, descartando a Dios.
Lo llamativo e increíble es que los niños no creerían el cuento del Barón caído al agua y que se rescata de modo tan original, pero muchos “inteligentes” creen sin dificultad a los que dicen: “al hombre le basta y le sobra la razón para lograr todo” ¡Ojo con estos charlatanes!
Ciertamente, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero sin Dios no puede a fin de cuentas, sino organizarla contra el hombre, porque el humanismo exclusivo es excluyente. (De Lubac, Jesuita)
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