PATRONO DE LOS ABOGADOS
Alfonso nació
cerca de Nápoles. Siendo niño fue visitado por San
Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y predijo para él grandes bendiciones y
sabiduría: “Este chiquitín vivirá 90 años, será obispo y
hará mucho bien”.
Muy joven, obtiene
el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas
sobresalientes en todos sus estudios. Su papá que deseaba hacer de él brillante
político, lo hizo estudiar varios idiomas, música, artes y detalles de la vida
caballeresca.
Como abogado
obtenía importantes triunfos; sin embargo, no lo dejaba satisfecho ante el
gran peligro de corrupción que en el mundo existe…de ofender a Dios.
Hubo un pleito famoso entre el Doctor
Orsini y el gran duque de Toscana. Alfonso defendía a Orsini. Su exposición fue
maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo
para su defendido.
Pero terminada su intervención, se
le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: "Todo
lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento". Alfonso lo lee, y exclama: "Señores,
me he equivocado", y sale de la sala diciendo en su interior: "Mundo
traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más".
Y sostuvo gran lucha espiritual para convencer
a su papá, quien cifraba en Alfonso, brillantísimo abogado, toda la esperanza
del futuro de su familia. "Fonso mío, ¿cómo vas a dejar tu familia? Y él respondía: “Padre, el único negocio que me
interesa es el de salvar almas”.
Se encierra en su cuarto tres días sin
comer. Ora y llora. Luego visita a los enfermos. Un día en un hospital, cree oír: “Alfonso, apártate
del mundo y dedícate a mi servicio”. Conmovido le responde: "Señor, ¿qué quieres que haga?"
Y se dirige luego a la Iglesia de Nuestra
Señora de la Merced y ante el sagrario hace voto de dejar el mundo. Y como
señal de compromiso deja su espada ante el altar de María, mamá del Señor Jesús.
Y a los 30 años logra ser ordenado sacerdote.
Su papá que gozaba oyendo sus discursos de
abogado, ahora no escucha sus sencillos sermones. Un día, por curiosidad
escucha su homilía, muy emocionado exclama: "Este hijo mío me ha hecho conocer
a Dios". Y esto lo repetirá después muchas veces.
Es admirable como a Alfonso le alcanzaba
el tiempo para hacer tantas cosas. Predicaba, confesaba, preparaba misiones y
escribía. Hay una explicación: Había hecho votos de no perder ni un minuto de
su tiempo. Y aprovechaba este tesoro hasta lo máximo.
Al morir deja 111 libros, trabajos impresos
y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras. Su obra ha
sido traducida a 70 lenguas, en vio más de 40 traducciones de
sus escritos.
Su libro más famoso, Las Glorias de María,
empezó cuando tenía 38 años y terminó a los 54 años. Su redacción duró 16 años. Gregorio XVI lo declara Santo. Pío IX, lo declara Doctor de la Iglesia (1875)
Hoy, día de los abogados, deseo que Alfonso,
inspire y fortalezca a los buenos letrados, que ayuden a reconstruir, sanar nuestra infectada,
desprestigiada e injusta justicia. Alfonso
significa: "listo para el combate". ¡Feliz día señores abogados!
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