martes, 14 de marzo de 2017

LAS «4 PES»

¡¡¡PESADAS  CADENAS !!!    (I)

El dios poder. Poder: el diccionario lo define como 1) Tener la facultad o potencia de hacer algo. 2) Dominio o influencia que uno tiene sobre alguien o algo. 3) Fuerza capacidad, eficacia.

Las «4 pes», aludidas en el título no son los factores del marketing mix: Producto, Plaza, Precio y Promoción que utilizan los responsables de la mercadotecnia. Son las terribles «4 pes» poder, placer, plata y prestigio, herramientas que mal entendidas y mal utilizadas, originan una quinta «,  la «p» del  pecado.  Veamos:

«No a la eutanasia, pero tampoco, no a la vida indigna y de mala calidad. Sí, a la cantidad de vida, pero con calidad», decía un comentario hipócrita.

Hace algún tiempo asistíamos a la batalla judicial suscitada en los EEUU sobre si se volvía o no, conectar la máquina que mantenía viva a Terry Schiavo, una mujer en estado vegetativo durante 15 años. Este caso ha recorrido el mundo. Los padres de Terry, de 41 años, querían mantenerla con vida. Sin embargo, el esposo afirmó que Terry no preferiría este tipo de vida y sostuvo una batalla legal durante 5 años para  retirar la máquina y dejarla «morir en paz»

Otra opinión escuchada: «No a la divinización de la voluntad ajena, individual o corporativa. Pero tampoco a la injerencia que impide al individuo decidir libremente y bajo su responsabilidad en hacer de su vida lo que quiera».

Es que el hombre moderno espera mucho de sí, el gran salto que realizó, no de la rama al suelo, sino del suelo hacia la tecnología y modernidad, le provoca creerse dios, dueño de sí mismo y ente auto-redimible capaz de resolver todos sus problemas. Es tal el poder que el terrícola moderno tiene en sus manos que aun va adquiriendo psicología de diocesillo (Ideas y Creencias del hombre actual p, 120)

Y cuando un ser humano tiene que decidir si conceder o no unos años más de vida al abuelo, al tío, a la mamá, o a la esposa como el caso Terry  Schiavo, ¿no está jugando a Dios?

¿Y no jugamos a Dios al decidir cuál de los enfermos que están en la lista de espera para recibir un corazón, córnea u otros órganos, o quiénes usarán los tres aparatos de diálisis disponibles en nuestros pobres hospitales? ¿Y qué decir de los agrotóxicos que benefician a algunos y perjudican a muchos? Naturalmente, la tentación más apetitosa del hombre que «juega a ser dios», es dar la espalda a Dios. Ignorar a Dios. Despreciar a Dios.

Por otra parte, el hombre posmoderno, más «vyro» (tonto) que moderno, «ha anina la itítulo universitario mí mba-é», con síndrome de todopoderoso, está radicalmente incapacitado para aceptar sus limitaciones y debilidades.

Nada digamos de los terroristas de laboratorio que en nombre de la ciencia, manipulan el material genético que trasmitimos a nuestra descendencia con el fin de obtener Hijos a la Carta, con ojos celestes, pelo arrubiado, cada vez con posibilidad de vivir más años. En principio y como intención… ¡excelente!....pero enseguida surge la pregunta…

¿Y para qué queremos que alguien viva saludablemente doscientos años si ha de ser como Hitler, Nerón y otros ejemplares de triste fama, por ejemplo? Y sigue la pregunta, ¿cómo se inculcarán valores éticos y principios a algún elemento clonado o copiado? Esto no es sino la violación de los derechos del Autor-Dios. Sólo a Él, le corresponde modificar su mapa genético.

¿Cuántas vidas se matan en la clasificación de embriones? ¿No conocen estos genios aquel famoso dicho?: No es lícito, ni aún por razones gravísimas, hacer mal para conseguir el bien»
Si esto no es considerado anticristo; si no es la manifestación de la bestia; del «666», ¿Qué es entonces el anticristo?
 
Quien haya recorrido los campos de concentración de Auschwitz donde los condenados morían de las más espantosas maneras se preguntaría: ¿con qué derecho se mató a miles y miles de inocentes, varones, mujeres, niños? ¿Acaso el o los responsables de decidir sobre la vida de millones de seres no jugaban a ser dios? Y si esto no es anticristo; si no es la manifestación de la bestia; del «666», ¿Qué es entonces el anticristo?

¿Para qué se desea el Poder?; si no va a estar al servicio del «otro» de nada sirve. Ya lo dijo Madre Teresa de Calcuta: «El que no vive para servir, no sirve para vivir»

En este sentido, nuestros políticos, salvando las consabidas excepciones, están en deuda acrecentada con el pueblo a quien dicen representar, pues ¿qué es el bien común para muchos de ellos?.... ¡Nada! ¿Y para otros?…solamente un concepto. Si el político no es fecundado en la matriz de lo ético, poca esperanza hay.

Verdad es que el Estado, aun en su forma de Estado de derecho, representa el monopolio de una oligarquía policial-militar (aparato represivo), político-burocrática (administración) y económica (resultado de las anteriores). El Estado es un mal, sin embargo hoy, es un mal necesario. Justo es reconocerlo.

Pero, cuando el Estado no cumple sus funciones se convierte en un «dios» voraz y expoliador. ¿Porqué tanto gastos bélicos y militares? ¿Para defender la soberanía? ¿Qué soberanía…dónde?. Nos queremos anti-belicistas, pacifistas,no-violentos. Mejor es que frente a la cultura de las armas, impere las armas de la cultura

Ningún tipo de dictadura justifica el sufrimiento de un sólo inocente: ni las dictaduras políticas- tanto en su forma descarada como en la encubierta por razones de estado -  ni las económicas, ni las científico-tecnológicas, porque nada en este mundo justifica el sufrimiento de las víctimas inocentes. (cfr. C. Díaz -El hombre, animal no fijado p.153)

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