PESADAS CADENAS… (IV)
Dice un refrán: «No es más rico
quien más tiene, sino quien menos
necesita» Poderoso
Don dinero: El dios «Plata».
Esta es una historia muy conocida que hace
años recorrió Internet: Cuentan que un
pescador lanzaba sus redes desde su pequeño bote, en un lago. Un empresario que estaba de vacaciones lo
observaba y aparentemente preocupado por la pobreza del pescador, intenta
aconsejarle para mejorar su vida y le dice:
¿Cuánto tiempo le lleva pescar estos hermosos peces? No mucho tiempo,
contesta el pescador. ¿Por qué no pesca más tiempo? Pregunta el empresario. Ya
basta para mi familia. Dijo el pescador. Y ¿qué hace usted el resto del tiempo?
Contesta el pescador: «Me levanto tarde en las mañanas, pesco un poco, juego
con mis hijos, hago la siesta con mi mujer, en la noche voy al pueblo a charlas
con los amigos, tomamos vino y tocamos la guitarra.
¿Por qué no consigue dinero y compra un barco más grande y redes más
extensas?, le pregunta. El pescador, sin dejar de mirar al agua le responde con
otra pregunta: ¿Para qué? El
empresario le responde. Y así pescaría más!....¿Para qué?, contesta nuevamente el pescador. «Para
ganar más dinero y comprarse un barco más grande y pescar más». En lugar de
vender el producto a un intermediario, usted podría negociar directamente con
la fábrica y abrir su propio negocio.
Entonces el pescador preguntó. ¿Y
cuanto tiempo me llevará eso?...Y no quiero equivocarme, dice el
empresario…puede ser ¡10 o 20 años! ¿Y
después? preguntó el pescador. Ahí está lo interesante explicó el
empresario riéndose; cuando llegue el momento usted podrá introducir su dinero
en la Bolsa de Valores y podrá ganar
millones y millones de dólares!
¡Millones de dólares!…pero ¿para
qué? pregunta otra vez el pescador. ¡Eso es lo bueno! Usted podría
jubilarse, vivir en un pequeño pueblo en la costa, levantarse tarde, jugar con
sus hijos, hacer, siesta con su esposa y pasar las noches bebiendo y tocando la
guitarra con sus amigos….El pescador respondió: Y ¿qué
es lo que estoy haciendo ahora?
¿Qué es la riqueza? ¿Qué es la pobreza? El dinero sirve para
satisfacer las necesidades humanas. Es verdad.
El diccionario define pobreza como «la
necesidad, estrechez o carencia de lo necesario para el sustento de la vida».
Pero entonces surge la pregunta ¿qué es ser pobre? ¿Es lo mismo ser pobre en
Ciudad del Este que en Iturbe?; o ¿en Paraguay que en Suecia?
Mucha literatura hay al respecto. Sicólogos, economistas, políticos, administradores
y demás analistas, han aportado lo suyo para definir la pobreza. Casi nunca se
ponen de acuerdo. En cambio, coinciden en una cosa: que la pobreza tiene una
dimensión absoluta y otra relativa.
La dimensión absoluta se manifiesta en la miseria y muerte por hambre
y desnutrición. En aquellos que absolutamente «nada» tienen. Conocemos
gente que vive bajo algún puente y se rebusca en los basureros para comer. La
dimensión relativa tiene que ver con la definición de carencia que se construye
en un contexto social, cultural y económico determinado.
Por ejemplo: Personas que habitan viviendas adecuadas, con agua
potable, que tienen acceso a la salud y educación, y además poseen servicio de
teléfono y otras comodidades que permite un trabajo; se quejan diciendo «ñande
mboriahúmí ramo jepe, jaikó». La cultura de “victima” que padecemos es la responsable de estos
«plagueos» injustificados.
¿Hablaremos de «necesidad»
de algo, cuando la persona involucrada no lo considera «necesario»? ¿Podemos
hablar de «carencia» en el
caso del pescador que conversaba con el empresario? Hay necesidades reales y deseos.
Lo que para uno es real necesidad, no necesariamente es necesidad como
tal, para otro. Tal el caso del pescador. Luego, ¿qué significa «condiciones de vida adecuada»?
¿Tener mucho? ¿Lo suficiente? ¿Lo útil? ¿Lo necesario? ¿Por qué angustiarse si
no tienes un «celular inteligente» o cualquier otro elemento
prescindible?
Porque la sociedad mercantilizada nos hace compulsivos consumistas
consumidos por el consume que nos consume, devorados por nuestros
propios deseos. Y la plata no siempre alcanza.. Luego llega la frustración al
no alcanzar lo que «todos»
tienen. No importa si lo anhelado es un tremendo «vyroreí».
También la riqueza puede verse desde una visión objetiva o subjetiva.
¿Es rico quien mucho tiene? o ... ¿Es rico quien más disfruta de lo que
tiene?
Hay gente que vive bien y dignamente con lo que gana, en virtud de
contentarse «con» y «en» la posición económica y
social en que se encuentra. La cuestión no es tanto cuánto dinero tengo o gano,
sino, en qué y cómo gasto. ¿Cuántas cosas superfluas y totalmente inútiles
poseemos...o mejor… nos poseen...habida cuenta que somos
esclavos de ellos?
¿Qué necesidad hay de preocuparse y ocuparse excesivamente de
sí mismo, de su cuerpo, de vestir al último grito de la moda, que no ahorra en
perfumes y cosméticos y se somete a dietas y terapias caras, sólo para ser más
atractivos o estar «en la moda»?
Otra lacerante realidad: ¿Cuántos miserablemente pobres hay en el
mundo y concretamente en nuestra fauna local, donde aparecen cada vez más
poblada la galería de los «nuevos
ricos», que –parafraseando a Cristina Onassis – son tan pobres,
pero tan miserablemente pobres,
que lo único que tienen es dinero? ….Teniendo “todo” no logran calidad de vida.
Lamentablemente demasiados sujetos dejaron de ser personas, para
convertirse en objetos, en «caja fuerte», en «cuentas bancarias», en “acumuladores” de dinero.
La pregunta es: ¿Por qué no «viven»
la vida ayudando a los más necesitados? Alguien dijo: «cuando necesitemos menos, y compartamos más de lo mucho o poco que
tenemos, descubrimos entonces el real sentido de la riqueza.»
¿Por qué?, porque: «No es
más rico quien más tiene, sino quien menos necesita» Además, conviene
recordar que el dinero nunca ha de ser la medida de nuestras acciones, porque si vamos a depender del
dinero para hacer lo que debemos hacer, muchas cosas no haríamos. Simple, no?
Con razón, alguien escribió: «No
conozco ningún otro lugar en el mundo donde el amor al dinero ocupe un espacio
tan grande como en el corazón del hombre»
Es conveniente observar las palabras del sabio Sócrates, cuando
paseando por las calles de Atenas expresaba: «¡Cuánto es lo que no necesito, y lo que necesito, cuan poco lo
necesito!»
Al parecer, las «4 Pes» aludidas, que no son sino desechos de la
sociedad, enfermedad nerviosa con
elevada dosis de imbecilidad pueril se han dado cita, para parir una quinta «P», la del
pecado.
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