miércoles, 22 de marzo de 2017

LA LIBERTAD Y SUS CONTRASENTIDOS

                                        ¡¡DON   Y  CONQUISTA!!  (FIN)

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Ya lo dijimos, y  repetimos lo que un antiguo adagio reza: “La verdadera libertad consiste en hacer lo que se debe y no, precisamente, lo que se quiere”.

La libertad de una persona en una sociedad libre consiste en actuar admitiendo las limitaciones establecidas por la misma sociedad. Mi libertad no puede ser ilimitada, porque está limitada por la libertad del otro. Además, la sociedad, debe negarle al ser humano la libertad para hacerse daño o perjudicar a los demás. En esto consiste, precisamente la paradoja de la libertad. No debo hacer lo que quiero, sino lo que debo.

La libertad forma parte de nuestro desarrollo personal. Todos sabemos que desde que el niño se independiza de la madre, con la cual ha formado un todo, se inicia el proceso de desarrollo de su propia persona. (Esto ya lo hemos aprendimos  en la escuela) Todo lo que al niño pequeño se le da, comida, vestido, afecto, compañía, se torna de pronto, como algo que se ha conquistado. A este proceso de liberación y de conquista, Erich Fromm llama “libertad de” las ataduras de lo instintivo, que son naturales: hambre, enfermedad, miedo, ignorancia, vicios, etc.
    
Sabemos que los primeros años de nuestra vida inciden sobre el resto de la existencia. Un trauma, un déficit afectivo o una situación económica angustiante, pueden dejar profundas huellas condicionantes. Por ello, todos estamos condicionados por nuestras experiencias previas.
 
Sin embargo, no podemos aceptar que el ser humano, inteligente y con voluntad, sea una marioneta manejada por su inconsciente. El ser humano NO tiene libertad para No ser libre. Según Aristóteles: “El que conoce el bien no puede dejar de actuar de acuerdo con él”

Y el filósofo alemán Guillermo Hegel, en su “Fenomenología del Espíritu” apunta: “Para que haya un amo, es necesario que alguien se reconozca como esclavo”. Así como nos enseñan el Apóstol Pablo, Victor Frank y otros, “aun estando en prisión, un ser humano puede tener conciencia de su libertad”.

De ahí que el hombre puede, paradójicamente, ser al mismo tiempo libre y esclavo. Esclavo para los demás, pero libre para sí mismo, porque el hombre no tiene libertad para no ser libre; aunque ciertamente, escribe E. Fromm, existen sujetos que preferirían que otros decidieran por ellos, por temor a la libertad.

Cuanto más liberados estemos de miedos, ignorancias y otras ataduras, mejor estamos preparados para vivir en libertad. Es la libertad para amar, para trascender, para superar los límites de nuestro propio “yo”, en virtud de que el hombre es autotranscendencia, además de autoconciencia, comunicación y autonomía en cuanto a su ser. Sólo el que es libre de, puede ser libre para donarse a sí mismo, a su familia, al bien común, al otro.

Afirman que el ser humano nace y se hace. El ser humano es esencialmente moral; posee una libertad potencial para hacer el bien. Pero los condicionamientos del día a día limitan esa libertad potencial, y el hombre con frecuencia se siente estimulado, como impelido a hacer el mal. Sin embargo, cuando medita y toma conciencia de la distancia que existe entre lo que es y lo que debe llegar a ser, surge un gran vacío existencial. ¡La  conciencia es quebrantada!

El ser humano tiene libertad -no derecho- para hacer el mal, pero no tiene libertad para deshacerse de las consecuencias de su mala acción, es decir, de la culpa que a veces no aparece a nivel consciente, repetirá una y otra vez el maestro Secundino Núñez.

En la esencia del ser humano está la libertad potencial de negarse a sí mismo la libertad para hacer el mal con el fin de encaminarse a hacer el bien. Es el momento en que el hombre se debate en una batalla interior por la duda de su actuar posible: ¿Hago o no hago?

La libertad moral es la capacidad individual para tomar decisiones de acuerdo con los principios de justicia, amor, rectitud y honestidad. A veces, el humano tiene libertad para dañar y no lo hace, ¿por qué?, porque ha pensado, ha caído en la cuenta que afecta al otro, tal vez al que ama. En este caso, la renuncia a la libertad de hacer el mal, en aras de la felicidad del ser amado, es la máxima expresión de la libertad para amar. 

Oímos decir a los profesores de Ética: La libertad está constituida por elementos tensionales y, necesariamente ha de ser comprendida desde esta triple tensión: 1. Se tiene libertad y se es libre. Lo principal no es tener libertad, sino ser libre. Se tiene y se es libre, no para la permisividad y el capricho. Insisto; la verdadera libertad consiste en hacer lo que se debe, y no precisamente lo que se quiere.

2.- La libertad es un Don y también Tarea. Es quehacer, es conquistar el “ser libre” y tener que estar liberándose continuamente. Y la razón principal es que existe el peligro de perderla constantemente, por cualquier circunstancia.

3.- Hay libertad  De  y libertad  Para, son los momentos de una misma realidad. Necesitamos liberarnos de la ignorancia, vicios, enfermedades, es decir, de toda atadura que supone el vivir en este mundo. Y necesitamos igualmente, libertad para realizarnos como personas y elevarnos a las categorías superiores del crecer y madurar continuamente. Libertad para construir una persona mejor, una familia mejor, una sociedad mejor y un mundo mejor.

La saludable “moral de mercado” todo lo acepta, con el empobrecido argumento de que “son socialmente aceptables ciertas conductas reprochables, que la posmodernidad y el “adelanto” se encargan de llevarlas a límites sofistas y narcotizantes pensamientos como: “aunque no son buenas, en realidad, tampoco son tan malas” ¿No es la cultura del relativismo en boga?  Un ejemplo:
            
La promiscuidad sexual “socialmente aceptada”, que no pocas veces, por el hábito, lleva a la homosexualidad, para luego ensayar una imbécil explicación, que tal conducta o condición es un problema genético y nada más.

Afirmar que el amor homosexual es “bueno  y natural” es afirmar que la caída o el pecado es “bueno”. En ese caso, piense en la pregunta que sigue: ¿Qué necesidad tenemos de redimirnos? ¿Qué necesidad tenemos de  las Sagradas Escrituras? Y, ¿por qué no las descartamos como irrelevantes?
          
Dijimos al inicio que nadie es libre si es irresponsable. Entonces consideremos estos aspectos:
Es un llamado urgente educar con responsabilidad y preservar la inocencia de los niños. Tanto, medios de comunicación social como instituciones que reparten y presentan el uso de preservativos como un acto de responsabilidad y solución contra el problema del Sida, en realidad, están invitando a los jóvenes a hacer lo que les gusta y a no prever las funestas consecuencias.
           
El sexo no es sucio, pero tampoco es chiste, dirá con energía el P. Jorge Loring. No es tan simple como para complacerlo así como así. La sexualidad humana debe tratarse con respeto y como dimensión integradora de la persona. Esto es pensar y actuar con libertad. La enseñanza moral debe ser positiva, abierta, clara y respetuosa, no defensiva ni temerosa. Naturalmente, ello requiere talla moral, testimonio de vida, integridad.       

              

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