domingo, 19 de marzo de 2017

EL ANTICRISTO

¿QUÉ ES…QUIÉN  ES?

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El término anticristo significa «el que está contra Cristo o el malo». Otros textos nos hablan del «hombre del pecado», «el rebelde», «el sin ley». Todas estas expresiones indican más o menos lo mismo que anticristo. Resumiendo lo dicho, el anticristo no es sino el malo que se dedica a hacer mal y atesora todo lo que lo produce, mientras que el bueno, o al menos, quien lucha por serlo, padece el dolor y cuanto lo causa. 

Paraguay sigue ubicado entre los países más corruptos del mundo y entre los peores a nivel sudamericano, de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción 2015 (CPI, por sus siglas en inglés) de la organización Transparencia Internacional. ¿Por qué? Porque la clase política está devaluada, aplazada, hedionda. Ya todos conocemos la saludable impunidad reinante que da lugar a los escandalosos robos, crímenes y demás azotes por todos sufrido.

De las expresiones del libro El hombre animal no fijado del Prof. Dr. Carlos Díaz se desprende lo que sigue: “el anticristo es abuso del poder político, económico y policial, desviación especulativa del dinero, confusión entre lo público y lo privado, administrado aquello en función de intereses particulares, discrecionalidad de los medios de masas, uso y abuso de la mentira como forma de comunicación.

Injusticias que claman al cielo porque el derecho penal cae sobre los pobres, mientras el constitucional engorda a los ricos, que alardean de su impunidad, suplantación de lo legítimo por lo legal, bosque de leyes que, lejos de resolver los problemas esenciales, lo enmascara; violencia, desprecio de la vida, corrupción, desempleo, evasión fiscal, tráfico de drogas y de influencias, torturas, secuestros, etc.

Entre el miedo y la impotencia, entre la desconfianza y la maledicencia, entre la frustración y  la desesperación, en verdad ¿qué son – se preguntaba san Agustín – los reinos sino grandes latrocinios cuando no existe justicia?

El anticristo también se da cuando políticos venden su país, diputados venden su conciencia, electores venden sus votos, generales venden sus ejércitos al enemigo, jueces venden las absoluciones y las condenas, hombres influyentes venden los empleos, las categorías y los privilegios de que disponen.

Abogados, procuradores y jueces compran conciencias y venden sentencias es decir, a sus clientes, hay maridos que venden a sus mujeres, y hay madres que venden a sus hijas. En esta moderna Babilonia, la mitad del mundo vende a la otra mitad. La otra mitad compra.

Una libertad de movimientos en la pecera común donde el pez gordo se come al pez chico, el zorro pasea en el gallinero. Los defensores de esta teoría imaginan seguir pudiendo devorar sin trabas a los más débiles hasta el fin de los tiempos, o al menos hasta la desaparición de todos los débiles.

Dicho más sencillamente, si cabe, en forma de diálogo: «Yo, el gordo, te devoro a vos, el flaco, porque si no te devoro no tendré fuerzas suficientes para buscarte la comida, que vos por ser débil, no podés procurarte».

Sabemos muy bien que no son pocos los que en el ejercicio de su opción y plena libertad, se atreverán a descalificar y menospreciar como utópico, como sinónimo de medio  bobo, o bobo y medio, a quien orienta su lucidez hacia la acción difícil, como es ser pro-Cristo, pues en este desorden establecido -al decir de Mounier - es más fácil ser anticristo. 

Un eficaz antídoto contra al anticristo me parece este: No se puede ser pobre de espíritu y vivir como el rico Epulón. Pobres son los que han elegido la libertad de no estar encadenado a sus ambiciones y prestigio social. La miseria obligada es esclavitud, pero esta pobreza libre que Jesús pregona es liberación. El no pide renuncia a la riqueza por la riqueza, lo que pide es plenitud de Dios y renuncia a todo aquello que, en la riqueza, aparta de Dios. (cfr.  Mt. 5, 1-12)

¿A cuántos molestará terriblemente esta reflexión? Jesús firmó su propia sentencia de muerte cuando enseñó las bienaventuranzas. No puede predicarse algo tan descabellado y contrario a la sabiduría de este mundo sin que el mundo acabe vengándose y llevando al predicador a la muerte. Porque, decir las cosas que dijo, es la mejor manera de crearse enemigos (…)

La crucifixión no puede estar lejos de quien se atreva a decir: ¡ay de ustedes los ricos! ¡ay de ustedes los pokaré en ostentosos cargos, que resultan cargas para los que no son del «equipo», cuando se hacen ricos a costa del pobre! ¡ay de ustedes que viven las riquezas, honores y comodidades de este mundo, porque ya han recibido consuelo!

De modo que es una invitación cristiano añeteté a actuar denunciando las injusticias (ejerciendo las atribuciones conferidas en el Bautismo, la de sacerdote que enseña, profeta que anuncia y denuncia y rey que tiene dominio sobre sí mismo), porque ciertas leyes son como las telas de araña, que detienen a los mosquitos mientras dejan  pasar impunemente a abejas y avispones.

Ciertamente, robamos también cuando sabemos que el jefe o compañero de trabajo meten la «mano en la lata», aún cuando no estamos directamente involucrados en su delito pero,  callamos por comodidad o miedo: Es el robo «pasivo» o por omisión. ¿De qué vale ganar el mundo entero si se pierde el alma? Cada uno OPTA por ser de Cristo o anticristo. ¡Sin Cuaresma no habrá Pascua! 

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