¡¡DON Y CONQUISTA!!
(I)
Ríos de tinta ha corrido sobre el término Libertad. “El hombre nace para ser libre. Su meta es la plena libertad, etc, etc.” Pero siendo ésta un regalo, hay que conquistarla día tras día y solo se logra con esfuerzos, renuncias y sacrificios, caminando hacia la verdad. La libertad, por tanto, consiste en vivir valores como la verdad, la justicia, la prudencia, el bien en sí.
La vida del hombre es también una
misión: liberar a los demás.
Estamos llamados a volver de donde vinimos, esto es, de Dios, y a ser
liberadores de todos los que viven engañados y esclavos de la falsa belleza y
del placer hedonista. Es una misión fácil, pero
es una misión. Cuatrocientos años antes de Cristo, como una profecía,
Platón ya dijo estas famosas palabras:
“Cuando el justo aparezca sobre la tierra, será azotado, atormentado,
puesto en cadenas, será torturado, para que venga a convencerse de que no importa en este mundo ser justo sino
parecerlo”
Y
¡sólo el libre es justo!. ¡Oh libertad, qué hermosa eres…pero qué
difícil es poseerte, y cuánto más
angustiante, retenerte!.
Libertad es una de las palabras más
pronunciadas, invocadas y constantemente prostituidas. Con ella se expresan los
más variados y contrapuestos sentimientos y deseos. Deseos de “liberarse” de
los compromisos, del estudio, de la formación, de la disciplina, del hogar
familiar, por parte de los jóvenes. Oh ¡Libertad!.... expresión también
utilizada como programa de lucha política de un partido cualquiera.
Alguien dijo: “Nadie es verdaderamente libre si es irresponsable”.
Consecuentemente, libertad significa que
podemos y debemos responsabilizarnos de nuestra propia vida, que no es poca
cosa, y aun, de las posibilidades que tenemos de reconocer a los demás.
Ser libres no es evadirnos de nuestra
responsabilidad personal, dejándola al grupo, a los padres, a un partido
político, a la Iglesia, a la escuela, a un sistema, es decir, a los otros. Por
consiguiente, el auténtico libre, es aquel que tiene dominio de sí mismo. El
que tiene autonomía para decidir, bien o mal, incluso.
Reflexionemos a partir de estas
impertinentes preguntas: ¿Es libre quien hace lo que le viene en gana? ¿Es
libre quien se afana y ufana por vivir su bienestar burgués, tan emparentado
con el hiperconsumismo; tan satisfecho con su vida bagatelizada y cosificada,
hasta el punto de convertirse en consumado devorador por su propia voracidad?.
¿Es libre quien actúa bajo el impulso
motor del mandamiento de la trilogía hedonista: “placer, poder, prestigio”, en
virtud de su autonomía? ¿Es libre quien distribuye grandes mentiras, envueltas
en insanos discursos políticos de falsas promesas de un futuro mejor, cuando
quien promete no es dueño de su libertad? ¿Es libre el “prostituidor”, quien
con su dinero compra barata la conciencia del
prostituido?.
¿Es libre quien ama más los aplausos, no
pocas veces obligados, que la virtud de la honra; quien celebra lo que tiene precio más que lo que
tiene valor; quien
antepone el “tener ya” a la intensidad del “ser más” En fin, ¿es libre quien se ha convertido en sujeto-objeto
de esta sociedad defendida y aplaudida por individuos moralmente decadentes, que sobreviven una existencia angustiada; embriones de “intelectuales”, mareados por su cacareado currículo-ridiculismo-académico?, al decir del hermano
en la fe , profesor C. Díaz.
Tarea de héroes es ser libres. Conocemos
personas con maltrechas ideas que
invitan a la libertad sin frenos, sin dirección ni medida, quizá sea
amigo, compañero de trabajo, de estudio, algún conocido, o ¿nosotros mismos?. en
fin, del terrícola endiosado en el corto reino de su enclenque vida terrean,
basado sólo en el poseer status, prestigio y reconocimiento, es decir, fungir
de “gran señor” gerente general del universo?.
Verdaderamente libre es quien sirve
efectivamente al otro, quien hace algo a favor del bien común, precisamente
utilizando su poder de elección y decisión. Libres son aquellas personas que se
agrupan para ayudar, como las distintas organizaciones que operan en nuestro
medio: Apamap, Rotary Club, Centros Juveniles, Movimientos parroquiales y demás
entidades de servicios sin fines de lucro.
Estas personas - dirá Carlos Díaz - no
forman sindicatos de vedettes “intelectuales” que se llenan la boca de
cadáveres, porque dicen mucho
(con palabras muertas) y hacen nada. En nombre de la gente
más “carenciada”, a quienes dicen servir, reciben aplausos al término de
pequeños discursos hedonistas, con el propósito de seguir recibiendo aplausos
como fin último de su enanizada existencia.
Dinamice, estimado lector su
imaginación, y pronto verá el rostro de personas a quienes puede calzar con
precisión este comentario.
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