domingo, 27 de enero de 2013

LAS PRIMERAS RELACIONES HUMANAS

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Rotas…. luego, el primer crimen de la historia

Los primeros hombres no supieron crear el mundo en el cual fueron colocados. Mucho menos tendrían la capacidad de crearse a sí mismos. Hoy tampoco sabríamos crear el mundo en que vivimos, como tampoco tendríamos el poder de auto-crearnos.

Desde el comienzo de nuestra historia, el hombre recibió el don de habla, lenguaje. Vemos que Adán puso nombres a las aves y a los animales. Hablaba con su esposa y con Dios. También Caín y Abel conversaban, vivían como hermanos hasta el día en que la envidia entró en el corazón de Caín  mató a su hermano Abel. Muerto Abel, acabaron las primeras relaciones fraternas. La sangre del primer hermano muerto marcó de forma inolvidable las primeras relaciones humanas brutales. ¡Y la historia se repite......!

En todos los países del mundo siempre fue creada una primera ciudad, para después dar lugar a muchas otras. Pero la primera ciudad del planeta en que vivimos, ciudad en la que se dieron las primeras relaciones sociales (públicas), fue fundada por Caín, un hombre marcado por Dios, porque cometió con sus propias manos el primer homicidio (fratricidio) y, por su causa, la tierra se manchó con la primera sangre humana. ¡Y la historia se repite......!

Cuántas naciones no se miran como naciones amigas; cortan radicalmente todo relacionamiento; no se extienden la mano; no dialogan. Se enfrentan en guerras fratricidas, inútiles, como siempre fueron todas las guerras, que destruyen todas las relaciones humanas de amor y comprensión. ¡Y la historia se repite....!

Cuando las personas hablan cara a cara, mirándose al rostro, generalmente son sinceras. Las personas que desvían su mirada de su interlocutor, es porque, en general, tienen mucho que esconder, o porque no son sinceras. ¡ Y la historia se repite....!

Tal vez en el comienzo de su vida en la tierra, el hombre haya aprendido a dominar, primeramente a los animales para que después, con el auxilio de las mismas, pudiese dominar también la agricultura. Hoy el hombre domina la tierra los animales y la técnica; siente sin embargo dificultades en dominarse a sí mismo, en vencer su egoísmo y también olvida, tal vez de propósito, su relacionamiento humanista con sus semejantes y su precioso relacionamiento con Dios.

Los problemas serios, muchas veces rodean, y envuelven al hombre. Si el hombre no pierde la fe en su destino ni la confianza en su trabajo, en esos momentos se gana admiración, simpatía y amistad de los que lo rodean. Y estaremos, entonces, realmente delante de un hombre que sabe y merece vencer. Cuando un hombre irradia confianza en sí mismo y se vuelve digno de confianza, prepara la base de las buenas relaciones humanas, pues nadie quiere relacionarse con alguien en quien no pueda confiar. Ojalá pudiéramos vivir mejores relaciones humanas.                  
                                                             
                                                        Podemos... si queremos..

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