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Rotas…. luego, el primer crimen de la historia
Los primeros hombres no supieron crear
el mundo en el cual fueron colocados. Mucho menos tendrían la capacidad de
crearse a sí mismos. Hoy tampoco sabríamos crear el mundo en que vivimos, como
tampoco tendríamos el poder de auto-crearnos.
Desde el comienzo de nuestra historia,
el hombre recibió el don de habla, lenguaje. Vemos que Adán puso nombres a las
aves y a los animales. Hablaba con su esposa y con Dios. También Caín y Abel
conversaban, vivían como hermanos hasta el día en que la envidia entró en el
corazón de Caín mató a su hermano Abel.
Muerto Abel, acabaron las primeras relaciones fraternas. La sangre del primer
hermano muerto marcó de forma inolvidable las primeras relaciones humanas
brutales. ¡Y la historia se repite......!
En todos los países del mundo siempre
fue creada una primera ciudad, para después dar lugar a muchas otras. Pero la
primera ciudad del planeta en que vivimos, ciudad en la que se dieron las
primeras relaciones sociales (públicas), fue fundada por Caín, un hombre
marcado por Dios, porque cometió con sus propias manos el primer homicidio
(fratricidio) y, por su causa, la tierra se manchó con la primera sangre
humana. ¡Y la historia se repite......!
Cuántas naciones no se miran como
naciones amigas; cortan radicalmente todo relacionamiento; no se extienden la
mano; no dialogan. Se enfrentan en guerras fratricidas, inútiles, como siempre
fueron todas las guerras, que destruyen todas las relaciones humanas de amor y
comprensión. ¡Y la historia se repite....!
Cuando las personas hablan cara a cara,
mirándose al rostro, generalmente son sinceras. Las personas que desvían su
mirada de su interlocutor, es porque, en general, tienen mucho que esconder, o
porque no son sinceras. ¡ Y la historia se repite....!
Tal vez en el comienzo de su vida en la
tierra, el hombre haya aprendido a dominar, primeramente a los animales para
que después, con el auxilio de las mismas, pudiese dominar también la
agricultura. Hoy el hombre domina la tierra los animales y la técnica; siente
sin embargo dificultades en dominarse a sí mismo, en vencer su egoísmo y
también olvida, tal vez de propósito, su relacionamiento humanista con sus
semejantes y su precioso relacionamiento con Dios.
Los problemas serios, muchas veces
rodean, y envuelven al hombre. Si el hombre no pierde la fe en su destino ni la
confianza en su trabajo, en esos momentos se gana admiración, simpatía y
amistad de los que lo rodean. Y estaremos, entonces, realmente delante de un
hombre que sabe y merece vencer. Cuando un hombre irradia confianza en sí mismo
y se vuelve digno de confianza, prepara la base de las buenas relaciones
humanas, pues nadie quiere relacionarse con alguien en quien no pueda confiar.
Ojalá pudiéramos vivir mejores relaciones humanas.
Podemos... si queremos..
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