domingo, 13 de enero de 2013

ÉTICA y PROFESIÓN

¿Utopía posible…?

El cuidado de la salud requiere médicos; las viviendas dignas y los entornos urbanos, una buena política de urbanismo; la educación, educadores; la universidad, profesores y las instalaciones de agua y corriente elécrica, técnicos. Una sociedad justa, libre y próspera, requiere buenos profesionales (competentes) y profesionales  buenos (éticos), afirma el Profesor Augusto Hortal A.

Cada vez son más quienes reclaman para sí el status de profesional. En nuestro país la profesión suele  justificarse más por la especialización técnica, que por el compromiso ético. Hoy mucha gente se consideran experta, como alguien que sabe, alguien capaz de hacer lo que otros no son capaces de hacer – al menos eso creen.

En el plano individual, lo mismo: para ser buena persona no basta con ser buen papá, buena mamá o buen hijo; buen vecino, buen amigo o buen ciudadano. Hace falta además, ser un profesional honrado. Por eso, hablar hoy de profesiones y ética profesional puede resultar “argelón”.
Pero la competencia profesional no basta. El profesional para serlo del todo – agrega Hortal- necesita asumir los compromisos - en el tiempo prometido - de proporcionar competente y responsablemente las prestaciones y servicios con niveles de excelencia como él se autoafirma y que por lo tanto, de él se espera. La ética, a la vez que supone garantía en prestación de servicios profesionales, contribuye al fortalecimiento de una profesión. El profesional con ética genera confianza, reconocimiento y estima social.

Ejemplo: ¿De qué sirve un profesor, electricista, médico, abogado, etc, adornado con sarta de títulos académicos, si es irresponsable, prepotente, impuntual y deshonesto? Es decir, ¿qué provecho aporta el gigante tecno-científico si no es más que un pigmeo moral?

Nuestras universidades “escupen” años tras año, cientos de profesionales universitarios, diseminados en entes públicos y privados. ¿Qué porcentaje de éstos, son buenos técnicos y además, buenas personas?. No es fácil responder a esta incómoda pregunta sin ruborizarse. Un otear panorámico por cálidas “costumbres profesionales” de nuestra fauna guaraní, nos revelarán la exacta temperatura de conducta moral.

La corrupción crece aquí y allá, al parecer, sin indicio de mejoría. Es que, “nosotro py así nomá loo ko somo”Más comentarios sobre el punto que nos ocupa, será inútil derroche de consideraciones.



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