viernes, 11 de enero de 2013

EL RELATIVISMO…

¿Verdad/mentira. ¿Pobre angá… el Piano del congreso?

Afirma E. Fromm: El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierten estos en verdades; y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de estas personas gente equilibrada.

Para no perderse en el bosque enmarañado de los conceptos – dirá Ayllón - conviene aclarar que “relativo” significa relación, dependencia objetiva. En cambio aunque relativo y relativismo son palabras parecidas, su significado es opuesto. El relativismo es la concepción subjetivista de la realidad. El hombre libre tiene derecho a escoger entre diferentes conductas que respeten la realidad. Pero si escoge el relativismo hace violencia a la realidad y abre la puerta al “todo vale”, por donde siempre podrá entrar lo irracional.

Con una lógica relativista, el drogadicto al que se pregunta “ por qué te drogas?” puede tranquilamente responder” ¿y por qué no?”.  El subjetivismo surge precisamente cuando la inteligencia prefiere colorear la realidad según sus propios gustos: entonces la verdad ya no es verdad, sino lo que se inventa como tal.

Con la misma lógica relativista, pontífices de las medias verdades, pretenden justificar la compra del piano por 241.000 dólares. ¡Zonzeraitereí ningó!  Así surgen famélicos argumentos: a) .. inversión en la cultura, b) .. excelente instrumento, c) .. será muy útil d).. un piano así se utiliza en los mejores teatros del mundo y es justo que Paraguay tenga un piano así y bla, bla, bla…La belleza del piano no es el problema.

Lo inaceptable está en gastar irracionalmente en lo no urgente, cuando hay necesidades muy urgentes: algodón y jeringas en puestos de salud, ambulancias y demás miserias que desde décadas nos ganan por goleada. Nuestra democracia en déficit y afligida, no está en condiciones de dejarse atrapar por costosas tilinguerías. Los pretores de turno, parecen honorables viviendo en el principado de Mónaco. No señores, estamos viviendo en un país, fracturado, ignorante, enfermo, maximísero y errante, por culpa de malos políticos, pero mega-generosos con dinero del pueblo.

“Honorables” legisladores, ¿Por qué no se ocupan de combatir con duras leyes a los delincuentes y a dueños de miles de patios baldíos, criaderos del mosquito transmisor del dengue? Con ello, al menos lograrían calificación “dos”.

Ha amó hapó pe, pregunta un rudo ciudadano como yo: ¿qué porcentaje de legisladores pio tiene oídos y capacidad para captar las excelsas melodías que pueda producir el costoso instrumento?

El relativismo ético afirma que no hay nada objetivamente bueno o malo. Tal postura responde a una concepción subjetivista de la ética: el bien y el mal es lo que a cada uno le parece. Por consiguiente, en el caso que nos ocupa, el famoso piano estará a disposición, según el talante del cacique de turno, mientras los más necesitados, seguirán durmiendo, la ya larga siesta de su sufrida somnolencia, esperando el milagro, si viven todavía, la próxima promesa electoral.

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