El relativismo es peligroso porque ataca la verdad
(José R. Ayllón - Introducción a
la Ética)
La condición
de posibilidad de la democracia es el pluralismo, que viene a reconocer los
diversos caminos que la libertad sigue en su búsqueda de la verdad política. Y
el pluralismo es necesario para la existencia real de las discusiones
democráticas.
Por el
contrario, el fundamento de la democracia no puede ser el relativismo moral.
Porque el relativismo hace trivial al pluralismo y tiende a eliminarlo. Según
Hans Kelsen (1881- 1973), la decisión corresponde al voto popular. Poncio Pilato
no sabe qué es lo justo y confía el problema a la mayoría.
Es ahí donde
obra como perfecto demócrata-numérico,
que no se apoya en valores absolutos ni en la verdad subjetiva, sino en los
procedimientos de la mayoría. Que el resultado del juicio fuera la condena de
un inocente no parece inquietar a Kelsen.
El mundo es una compleja red de relaciones entre hechos y objetos que se relacionan en el espacio y en el tiempo. En este sentido es correcto afirmar que todo es relativo: relativo a un antes, a un después, a un encima, debajo, al lado, cerca, lejos, dentro, fuera. Todo es relativo porque todo esta relacionado, vinculado con algo.
La conducta ética nace cuando la libertad puede escoger entre formas diferentes de conducta, unas más valiosas que otras. El relativismo es peligroso porque pretende la jerarquía subjetiva de todos los motivos, la negación de cualquier supremacía real. El relativismo hace imposible la ética, pues si queremos medir las conductas necesitamos una unidad de medida igual para todos.
Porque si el kilómetro es para ti 1.000 metros, para él 900, y para otros 1.200, 850 o 920, entonces el kilómetro no es nada. Es preciso reconocer que en la raíz de la democracia hay absolutos morales, que no son dogmas ni imposiciones. Son criterios inteligentes, necesarios como el respirar.
Hoy vivimos el desencanto y la desesperación porque ya nada es verdad ni mentira. Ante una realidad objetiva, se tiene distintas opiniones. Lo que para uno es una mesa, para otro puede ser un caballo. Y si se trata de interpretar cuestiones jurídicas, la cosa se torna peliaguda. ¿Qué hacer ante tanta bajeza?. Estimado lector, usted tiene la palabra.
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