POR ESO, RESPETO…
Definen
Respeto como: consideración acompañada de cierta sumisión, con que se trata a una persona o cosa, por alguna cualidad o circunstancia que las determina. Lleva a acatar lo que dice o establece o, a no causarle ofensa o perjuicio. "Respeto a los derechos humanos; a la libertad de expresión; al bien común, al propio cuerpo.
Miedo: Angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. "La oscuridad le provocaba un miedo cerval". Sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea. “Tengo miedo del futuro”
Es normal en el humano sentir miedo o tener esa sensación. Ocurre muy a menudo ante los jefes y superiores o, ante personas prepotentes, autoritarias o delincuentes. El miedo paraliza, hace dudar de uno mismo, es degradante.
El respeto, en cambio, engrandece, hace sentirse considerado, justo, noble, gallardo. No pocas personas confunden el respeto con el miedo. Hay gente autoritaria: padres de familia; personas con algún cargo público, autoridades incompetentes…
Respeto, entonces es, la manera de expresarse al hablar, en el trato al otro. Al papá de tu mejor amigo, no le dirás, ¡
qué tal olúo!...por muy cercano que sea. Esto no significa que en rueda de conversación, no podamos opinar sobre si estamos en acuerdo o desacuerdo con las opiniones de los demás.
El punto es que, cuando hablamos, tengamos argumentos válidos que sustenten lo que decimos. No importa si estamos en desacuerdo, incluso, con el “Gerente General del Universo”. Si manifestamos nuestras diferencias con respeto, la mitad del pleito (si fuera el caso), ya está ganado.
Si tenemos diferencia con quien sea (amigos, profesores, padres, vecinos, deudores, acreedores, etc.), y callamos por “miedo” a agravar aún más la “situación”, es que estamos sentados sobre un “barril de pólvora”. “El que nada debe, nada teme; el que mal anda, mal acaba”, reza Proverbios 10,9.
Si por miedo callamos -aunque tengamos razón-, nos verán como superficiales “
pererí”, sin personalidad, incapaz de sostener, siquiera, una opinión. Así las cosas, ¡no somos libres!. Dijo Jesús, “
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. (Jn 8:31-32)
Afirma que el respeto es un sentimiento positivo de veneración, aprecio, atención y reconocimiento por una persona o cosa. Es valor moral del ser humano; es fundamental para lograr una sabrosa convivencia social. Luego, ¡Es fuerte quien respeta!
Conocido es el refrán: “Para ser respetado es necesario saber respetar”, es decir, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. Por consiguiente, el respeto debe ser mutuo, de reciprocidad.
Cuando los prepotentes reaccionan violentamente, generan miedo. Si las autoridades no ven, no saben, no escuchan y dejan libres a delincuentes; si quienes se tienen por decentes “responden” con silencio cómplice y se someten a tantos “
mbareté-pokaré”, seguiremos chapoteando en la cloaca de inmoralidad, sabiendo que podemos ser agredidos en medio de una impunidad que hiela el alma, dirá el Dr. Fernando Pascual.
Conclusión: no confundamos respeto con cobardía. El respeto es un acto de valentía sublime, propia de almas generosas y valientes.
Es decir, no seamos…
buenos… ¡para nada buenos!