¡Triunfo del Señor Jesús!
Con su resurrección, Jesucristo venció a
tres enemigos: la muerte, el mundo, el demonio y el pecado. El primer enemigo
al que venció y destruyó para siempre es la muerte.
1. El hombre al
nacer ya está condenado a morir, a causa
del pecado heredado desde la desobediencia edénica. “Con el sudor de tu frente
ganarás el pan de cada día”, es la sentencia, “hasta que vuelvas al polvo,
porque polvo eres…” (Gen, 3-19). Esta es la ley para todos los nacidos de
mujer. Excepto Jesús.