¡Al cielo… con zapato y todo!
El servicio, actitud para ayudar, nos saca del confort y de la autosatisfacción. Servir es donarse en la acción, es sacar lo mejor de nosotros mismos y enriquecernos con los demás.
Hoy, servir para muchos significa “interés, conveniencia o servilismo”. Luego, servir, no es una actividad que se derroche en demasía.
Servir es estar atentos a las necesidades ajenas: no siempre caemos en la cuenta de que servir, nos hace humildes. Cuesta entender…¡cómo es posible trabajar, fatigarse, donar tiempo… en favor del otro!.
¿Por qué hay personas al servicio de muchos que ni siquiera conocen? ¿Por qué renuncian al descanso, a estar más tiempo en casa, a exponerse a agrias críticas, incluso, de los propios beneficiados?
Respuestas a estas cuestiones, habrán muchas. Creo que quienes se ponen al servicio de los demás, se sienten mejor siendo útiles a "otros", porque dan pleno sentido a su vida, siendo el primer efecto de esta acción, la alegría que sienten al servir.
La posmodernidad nos hace vivir estresados y cerrados en nuestro mundito-taper. No vemos más allá de nuestras narices y deseos. No vemos lo que pasa en nuestro entorno o, no queremos verlo.
El arrogante no se pone en el "zapato" del otro. Siente temor, repugnancia-“jeguarú” hacia el pobre. ¡Qué lejos estamos de aquella máxima: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.
“La puerta de la felicidad se abre hacia fuera. Cuando más se quiere abrir hacia adentro, más se cierra”. (Víctor Frankl, sobreviviente de campos de concentración nazi)
Si en vez de centrarnos solo en mi “yo”, aprendemos a ponernos en la piel del otro, seríamos modernos samaritanos. Seguiremos los pasos de Jesús, quien nunca perdió una ocasión de servir a los demás.
No olvidemos que la actitud de servir es hacia amigos y enemigos, siendo a éstos últimos, más costoso, por lo que el amor hecho servicio, se hace más meritorio.
Mi parroquia -no exagero, despertó en muchos la necesidad de ayudar, de ocuparse y contener al otro (con alimentos, vestimenta, ayuda psicológica…) aun en esta difícil hora de penas y dolores, para todos, pero ahí están ellos a quienes vemos…¡de mañana, tarde y noche!
Así vamos yendo -“jahá hese hina”- entendiendo que en el servir, nos liberamos para ayudar, consolar y animar al otro, aunque sea desconocido. Nos desprendernos de nuestros gustos, reduciendo nuestras necesidades.
“Así que, todo lo que quieren que los hombres hagan con ustedes, así también hagan ustedes con ellos.” (Mt, 7:12) El que ama, hace vida su caridad, es decir, hace posible las obras del corazón.
“El conocimiento de Dios sin el de nuestra miseria produce orgullo. El conocimiento de nuestra miseria sin el conocimiento de Dios produce desesperación” (Blaise Pascal). Por eso, los servidores no dicen: “Cuenten conmigo mientras no afecte mi bolsillo”.
¡San Lucas, médico de cuerpo y almas…ruega por nosotros!…
Nota: Dígase de paso, que las características señaladas, no son monopolio exclusivo de mi parroquia.