La prensa nos bombardea constantemente
con noticias como que, la función legislativa desarrollada por una mayoría de
nuestros “representantes”, nacionales, departamentales, municipales, gremiales,
etc, padece de muchas deficiencias en sus quehaceres.
El legislador no debe permanecer ausente
cuando las conductas “deontológicas” no garanticen suficientemente la
corrección profesional y el respeto a algunos valores fundamentales, como el
derecho a la vida y otros códigos que atentan contra la institución del matrimonio
y la familia. (Miguel
A. Peláez, Ética, profesión y virtud p.30)