viernes, 6 de julio de 2012

MORAL CRISTIANA


¡UN PROBLEMÓN!...

Moral: Reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal. Al poner la libertad humana en el corazón mismo del obrar ético, la moral cristiana, está ciertamente al servicio del hombre y pretende liberarlo de numerosas esclavitudes.

Esta función liberadora de la moral cristiana corresponde a lo que Jesús decía de su misión, concretamente en aquel pasaje célebre: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Para que dé la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos...(Lc. 4, 16-21)

No basta con saber que hay que amar a Dios y al prójimo y hacerlo libremente: hay que saber además, cómo hacerlo: de ahí la necesidad de una regla moral para toda la conducta de la vida. Esta norma es de dos clases; una interior al ser humano, la conciencia; la otra es exterior, objetiva, la ley.

La conciencia moral es un acto de juicio sobre lo que hay que hacer o evitar. La palabra moral designa aquí lo que compromete a la totalidad de la existencia de la persona, para su bien o para su desgracia. El acto de juicio es la primera norma de moralidad; la lleva el hombre en sí mismo; es su propia razón que le dicta la regulación de sus actos, en conformidad con lo que cree que es para él su fin último. Por eso, la conciencia moral es norma interior inalienable. (Nos lo recuerda el P. Jorge Loring en “Para Salvarte” p. 306)

YO SOY UN-SER-CON-LOS-DEMÁS, y no puedo, válidamente, atribuirme como única ley fundamental, mi propia regla. La conciencia moral es como la brújula que señala la buena dirección. Pero la brújula no sirve para nada si no se tiene un mapa, es decir, un dato objetivo, a partir del cual toman sentido las indicaciones de la brújula.

¿Qué utilidad tiene saber dónde está el norte, si no sé dónde me encuentro y dónde está el punto a donde quiero llegar?. Por tanto, la ley moral, es algo así como un mapa. El misterio de la impiedad o iniquidad, adormece la conciencia moral; hace del hombre alguien que ignora que Dios existe, donde ignorar significa vivir como si Dios no existiera. Por eso se está perdiendo el concepto de pecado. La conciencia moral es un permanente “chake” que nos previene con saludable espanto...

Jesús provoca muchos admiradores, pero pocos seguidores, porque ofrece sólo dolores, frustraciones, pobreza. El Sermón de la Montaña, donde firmó su sentencia de muerte (Mt. 4, 5-12) es un ejemplo. No puede predicarse algo tan contrario a la sabiduría de este mundo, sin que el mundo acabe vengándose y llevando al predicador a la muerte. Porque decir las cosas que dijo, es el mejor camino para crearse enemigos, nos lo recuerda el hermano en la fe, Dr. Carlos Díaz.

La crucifixión no puede estar lejos de quien se atreva a decir..¡ay de ustedes, los ricos... los malevos, los adúlteros, los “pokaréses, mbaretéses”, los que explotan a sus empleados, los que joden a sus patrones, los que matan en salas de partos, los que oprimen , saquean y matan ...en nombre de la justicia.....El camino de Jesús es espinoso... pero las espinas duelen cuando se pisan...no cuando se besan, dice el P. Gar Mar. (p.579)

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