lunes, 5 de julio de 2021

MENTIR... ¡Es corrupción!

 
¿Qué vale la palabra hoy? La palabra siempre significa algo para el humano. La usa como valor para dar o conseguir algo a cambio. Entonces, la palabra es  imagen de nuestro ser interior, es decir, refleja lo que, en realidad somos. 

Ser hombre de palabra no es cumplir sólo con quien pueda beneficiarme, es cumplir con todos. Es dar el mismo valor a la palabra, así sean promesas pequeñas o grandes. Mentir es corrupción. 

Quién miente es una persona significativamente corrupta. Aunque se jacte de no robar o no desviar fondos: La mentira es corrupción”. 

“Con la corrupción sucede lo mismo que con el embarazo. La mujer está embarazada o no lo está. Ergo, la persona es corrupta o no”, sostiene el periodista Daniel Valles. 

Gilbert K. Chesterton afirmaba: “el hombre que hace una promesa se cita consigo mismo en el futuro, si bien, cuando llegue ese momento, será otra persona diferente, que no se reconocerá con el que se ha comprometido”. 

Por consiguiente, respetar la palabra dada es, en realidad, respetarnos a nosotros mismos. Es revelar nuestro grado de integridad y seriedad y más aún, es demostrar cuánto nos importan los demás. 

La palabra es la imagen del ser interior y nuestra principal tarjeta de presentación, porque el valor que demos a nuestra palabra dirá quiénes somos. Y, sobre todo, es lo único que nos queda cuando ya no nos queda nada. 

Los mandamientos de Dios son absolutos. “No mentirás” es una orden, no una sugerencia ni una frase puesta a nuestra consideración. "Dios detesta los labios mentirosos, pero acoge a los que pronuncian la verdad" (Pr 12:22). 

La primera mentira que destruyó al hombre ocurrió en el Edén. Satanás, el Príncipe de la Mentira, “ronda como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pe 5:8-9). 

Se miente para no “caer” mal, para justificarse, para lograr algo, para dar mejor imagen de sí mismo, por miedo al castigo, para no “ofender o hacer sufrir” con la verdad, porque no saben o no pueden decir que no.

¿Ganamos mintiendo? No. Perdemos mucho más de lo que ganamos. La mentira rompe corazones y la confianza. Daña, hace perder familia, amigos, parejas, respeto... ¡Mentir hace mal! Y puede enfermar. 

Los expertos dicen: La mentira puede causar estrés, angustia, dolor y baja autoestima. Grave consecuencia es perder la moral y aumentar nuestro estado interno de angustia. Como solución es conveniente decir siempre la verdad aunque duela. 

La verdad es sincera, es honesta, es dura, es tajante, es incómoda pero siempre deja la consciencia tranquila y el corazón contento. La verdad es un valor, es mantener siempre la exactitud en las palabras y acciones. La mentira destruye, la verdad edifica. ¡Hagamos el esfuerzo...vale la pena anguirú!

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