viernes, 16 de julio de 2021

IGLESIA… ¿Qué es y para qué sirve?

 
Llamamos Iglesia: 1- Al conjunto de fieles unidos por la misma fe, que celebran las mismas enseñanzas. 2- Conjunto de personas que profesan la fe cristiana. 3- También, al edificio, casa o templo… que se consagran a Dios para rendirle culto. 

“Dios creó al hombre al principio y le dio libertad de tomar sus decisiones” (Eclo 15,14), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección” (GS 17) ¿Para qué Cristo fundo su Iglesia?  

La Iglesia es Madre y como buena Mamá, cuida bien de sus hijos. Por ello hace obras de caridad, de educación y formación de personas, ayuda a los países más pobres. Son miles las obras de la Iglesia en bien de toda la humanidad.  

La Iglesia sostiene la mayor cifra de obras de beneficencia: hospitales, asilos, orfanatos, dispensarios, sin cobrar un centavo por sus servicios. La mayoría de estas obras se logran con donativos, pero no cuentan con ingresos fijos. La iglesia no vive del “aire”.  

Además, su misión evangelizadora necesita de humanos y medios económicos para llevar la fe a quienes no conocen a Cristo; y sobre todo, para alimentar con la Palabra de Dios a sus hijos, esparcidos por el mundo. 

Entonces, ¿debemos contribuir al sostenimiento de la Iglesia? Sí… porque los sacerdotes, catequistas y demás servidores -trabajan ad honorem (por honor). Así las cosas, ¿cómo se podrá pagar los servicios de luz, agua, aseo de aulas de catequesis, etc.?  

Se podrá si sus miembros, damos un “empujoncito económico”. Decía santa Teresa: “Una empresa pobre, es una pobre empresa”. Pero, la empresa de Cristo es una gran empresaHablamos de ayuda proporcional a las posibilidades de cada uno, “ikatuháicha minte”.  

Ayudamos además con el valioso tiempo que muchos servidores dedican al apostolado, a la oración; como en otras tareas al servicio del prójimo, por saber que no se puede decir: no tengo tiempo. “Nadie es tan rico que no necesite; ni tan pobre que no pueda ayudar”. 

El 5º precepto de la Iglesia manda que la ayudemos en sus necesidades. No pide diezmo(10% de las ganancias), sí pide colaborar “ikatuháicha”, para que la Iglesia, es decir, nosotros (ñande), pueda cumplir su misión evangelizadora.  

Al final, todos los bienes recibimos de Dios. Contribuir con ellos para ayudar a la Iglesia, es un modo de agradecer lo que Dios nos da y que nos siga bendiciendo. Debemos sentir la Iglesia como propia, porque Iglesia somos todos los bautizados.  

No olvidemos que es deber de los fieles atender, según sus posibilidades, ayudar al culto y al decoroso sustento de los ministros. Sabemos que Dios no abandonará a su Iglesia. Pero, no por eso, cabe hacernos el “ñembotavy”.   

“En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:  

Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los otros ... en los cofres; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir” (Mc 12:42-44) 

Y no te importe que otros aporten poco nada; ni te acusen de “anguja tupão”…etc. Que sólo te importe la opinión de ¡Aquel que no se puede contener en el universo por su poder y gloria, el Señor Jesús, Justo y Todopoderoso! ¡Si Dios está con nosotros…quién contra nosotros! (Ro 8,31). 

Es justo ayudar a la Iglesia en su apostolado, porque de ella recibimos el mayor bien que se puede recibir en este mundo: los medios de la salvación eterna: ¡que no es poca cosa!.

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