¡Lento y torpe para reaccionar o hacer algo!
Luego, el hacer las cosas a última hora, parece
ser materia alojada en el nuestro “sistema operativo”, es decir, ñane
akãme. Tenemos algo que hacer (pagar impuestos, registro de conducir,
etc…) y lo posponemos hasta el último día. Después… ¡buscamos culpables!
Impuntualidad. Cuando se marca una reunión, los que asistirán o poorandu: ¿hora paraguaya? Ello significa que una mayoría llegará más tarde…¡si llega!
Dice Mario Rubén Álvarez: “El paragua yo de modelo tradicional
-léase aquel que imita lo peor de sus antepasados- es un enamorado de resolver
las cosas a última hora.
Si
cuenta con un mes para solucionar un problema, lo recordará en el día vigésimo
séptimo. En la siguiente jornada pensará en alguna estrategia para enfrentar la
situación y en el día 29 moverá cielo, tierra, mar e infierno para salir a
flote.
Lo
del 30 siempre puede pasar al 10 del mes siguiente y el lunes puede mutar en
jueves. En materia de postergaciones, siempre se puede negociar.
Así, no es extraño que los muchachos se desesperen –supuestamente…el paraguayo simula desesperarse, pero raras veces se desespera de verdad- con el plazo para obtener chapas y cédula verde, iniciándose hoy el control de documentos en la vía pública”.
La gente cultivada llamará a esta conducta Procrastinación. El diccionario RAE define: Procrastinar es posponer deliberadamente tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad (el tiempo y la ocasión) de llevarlas a cabo. Es aplazar, diferir o posponer.
Es términos sencillos, es el hábito o costumbres de dejar “para más tarde, no hay apuro”, (upeinte, ndaipóri apuro) actividades que deben ser atendidas, pero reemplazadas por otras menos importantes, pero quizá más agradables.
Por desgracia, este síndrome de tardanza afecta a alumnos que aplazan sus exámenes; al ejecutivo que atrasa una y otra vez la reunión por pereza; al mecánico, contador, técnico, que fallan al no cumplir con su palabra, sin ninguna justificación.
Quien no honra los compromisos libremente asumidos, es irresponsable, no es creíble. El irresponsable con frecuencia es víctima del “py tyryry”.
El irresponsable “actúa sin medir las consecuencias” de sus actos y situaciones que éstos causan. Así llenan de excusas su quehacer intentando justificarse y se desentienden de las consecuencias al no cumplir sus compromisos.
Si esta fauna no se redime e insiste en su conducta irresponsable, irá cerrando puertas a su desarrollo personal. Mala elección es competir con “Ña María últimahora” es decir, con la costumbre de dejar todo para último momento.
Es difícil cumplir grandes sueños cuando se “comparte morada” con el virus del “py tyryry”, es decir, siendo ¡Lento y torpe para reaccionar o hacer algo!
A. Milagro dice: “Haz lo antes posible lo que tienes que hacer. Al dilatarlo ya no cumples con perfección…Si no haces, ese deber se grabará en tu conciencia, y por más que luego lo hagas, siempre quedarás con la amargura de no haberlo hecho a su debido tiempo.
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