¡Es más que suficiente a la hora de morir!
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4, 3-4), es decir, los terrícolas tenemos más necesidades que el “asadito y la ceecita”.
“No se preocupen por nada…Pidan a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él hizo” (Fil 4:6-7) ¿Por qué la angurria por poseer cosas, que nos poseen?
Todo ser humano nace hambriento, necesitado y con tendencias al mal. Y esto, debido al “fatal error gastronómico”, como dice irónicamente Michael Korda (1933), escritor y novelista inglés, en referencia al pecado del Edén.
El hermano en la fe, Carlos Díaz H. apunta: “Necesitamos alimentos, vestidos bebidas. Desnudos recibe la tierra a los que salieron de ella. Y nadie puede encerrar con él en su sepulcro todas sus cosas.
Un pedazo estrecho de tierra es bastante a la hora de morir, lo mismo para el pobre que para el rico, y la tierra que no fue suficiente para calmar la ambición del rico, entonces, lo cubre totalmente.
La naturaleza no distingue a los hombres en su nacimiento ni en su muerte. Les engendra igualmente a todos y del mismo modo los recibe en el cementerio. ¿Por qué establecer clases entre los muertos?
Excava de nuevos
los sepulcros y, si puedes, distingue al rico…quizá lo reconoces por una cosa:
“porque con el rico se pudren muchas más cosas” (Diez Palabras clave...p 76)
Al punto, es útil reflexionar sobre los conocidos tres últimos deseos de Alejandro Magno. Cuentan que Alejandro fue rey de Macedonia, 300 años antes de Cristo. A punto de morir, convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
a-Que su ataúd sea llevado en hombros, transportado por los propios médicos de la época. b-Que los tesoros conquistados (plata, oro, piedras preciosas...), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...c-Que sus manos queden balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó cuáles eran sus razones. Alejandro le explicó:
1. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
“Nada trajimos a este mundo y nada llevaremos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos” (1 Tim 6, 7-8) Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo! (Eclesiastés 5,10)
Cuídense. Ayunen de toda avaricia; la vida no depende de la abundancia (Lc 12-15). Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Heb 13, 5)
Lo curioso es que, un no cristiano nos deja una lección cristiana, una verdadera catequesis. Porque, solo “1 metro x 2”… ¡Es más que suficiente a la hora de morir!
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