martes, 6 de julio de 2021

¡POSMODERNIDAD!

 ¿Cómo es el “Terrícola” hoy? 


Esta, entre otras, es una pregunta que puede “salta al tapete”, cuando en una reunión, se expone y se discute acerca de algún tema relativamente serio, es decir, cuando no entran en escena “su majestad” el fútbol o la “farándula”. 

El nerd (intelectual) del grupo defendió la siguiente opinión: “el terrícola posmoderno se dibuja como decepcionado, entregado al dios consumo, pero que lejos de progresar en la vida se vuelve perseguidor de placeres, tratando de pasarla bien”.

Para el posmoderno, no vale la política, la economía, el arte, la religión y de la moral…¡ni hablemos!.  Al punto, alguien diría: ¡Aquello pertenece al viejazo, anína nde vyro lekajá!... Luego, ¿En qué cree el hombre posmoderno? ¡En nada!...responde Marcelo López Cambronero.

“El hombre posmoderno carece de certezas, vive en la duda y ve la agonía moderna con cinismo, a menudo, insoportable. Porque no tiene certezas sobre el bien, sobre lo que vale la pena en la vida, sobre Dios... Su vida es un hueco… ¿es que acaso se puede vivir así? 

¿Cómo se llega a esta situación?... Almas fuera de lugar, como fantasmas, esperando que el estado resuelva los problemas, que a sus hijos los eduquen…¡educar!.. ¿qué…cómo?. 

“El hombre posmoderno vive porque… ¡hay que vivir!…pero no sabe para qué vive, ni cuál es el objetivo de su cansancio…entonces, se torna una figura ridícula y deteriorada. 

¿Qué cambios produjo la posmodernidad? Se produce un cambio en el orden económico capitalista, pasando de una economía de producción hacia una economía del consumo. 

Los cambios posmodernos se manifiestan por el aumento del individualismo narcisista, hedonista y seductor, propio de la época de consumo de masas, con el debilitamiento de los lazos sociales, los vínculos familiares y de pareja. 

El desafío de la verdad: Uno de los rasgos del posmodernismo es la aparición de un nuevo juicio. El hombre de hoy es hedonista, consumista, como le enseña el sistema. 

Relativista apático, vive de impresiones, de impactos emocionales, de lo efímero-vyrorei. La verdad es una experiencia decorativa, rebuscada: oyendo hablar de la verdad, nuestro mundo responde con la pregunta cínica y desengañada de Pilato: ¿Mba'éiko la verdad?. 

Los grandes “dogmas” de la modernidad. Alguien dijo: Simplificando realidades bastante complejas, presentaré unos “dogmas” de la modernidad, socavados y demolidos por el pico del posmodernismo. 

Tales “dogmas” sobreviven codeándose con el posmodernismo. Sin embargo, la “infalibilidad” de estos “dogmas” modernos, se está volviendo engañoso, incluso para sus mismos secuaces.

La modernidad efectuó un giro copernicano al pasar de la visión teocéntrica (Dios), a la antropocéntrica (Hombre). El centro de todo, el hombre se cree autosuficiente, creador de sí mismo y del futuro. 

Valores de la posmodernidad: El profesor Jorge I. García concluye su análisis y nos recuerda la “faceta sombría de la posmodernidad”: Hedonismo. Consumismo. Culto a la Tecnología. Sin principio de autoridad. Prioridad de las emociones. 

El Tradicionalismo valora la sana tradición de normas y costumbres del pasado. Se funda en que la verdad proviene de una fuente divina (Revelación). Así las cosas, en uso y abuso de nuestra libertad, cada quien elige su estilo de vida. 

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