Se lee en las redes
sociales o conocemos casos como el que sigue: “Creo que estoy en mi peor momento. Tengo 34 años, me doy cuenta que nada
conseguí. No pude terminar ninguna carrera ni curso ni nada...
Estoy en pareja hace 10 años, no puedo darle…una familia de verdad, ni casa, ni coche, ni moto, nada… no tengo nadie que me ayude en los momentos, somos solo los dos”…
Los cursos que hice los tuve que dejar…porque no me alcanzaba el dinero que ganaba, lo intenté en un mejor momento con la universidad e hice seis semestres, pero hacia uno y aplazaba otro hasta que me quedé sin trabajo, dinero y las deudas me ganaron…
Ni siquiera hablo porque me apena que vean que no soy
nada, no me interesa casi nada. Tengo un trabajo que lo hace cualquiera y lo
hago sin interés… quiero dejar de vivir”…
Esta y tantas historias similares, apenan. Pero, ¿Quién no fracasó o no sintió la sensación de fracaso alguna vez? Lo real es que, en alguna ocasión todos sentimos pasamos mal en algún momento.
Con el fracaso se sufre, pero de él se aprende, si al fracaso le “ponemos pecho” con valor, decisión y voluntad de superación.
Un fracaso -afirma Alfonso Milagro- no es una vida fracasada; tal vez se necesiten muchos fracasos para que la vida sea un éxito y quizá la ausencia de fracasos sea lo que constituya una vida fracasada.
Porque vida fracasada es no hacer nunca nada para no fracasar; si nunca hago nada, nunca fracaso; pero si nunca fracaso, quizá sea porque nunca hice nada; y no hacer nada, ¿no es ya una vida fracasada?
Si no quiero equivocarme o no quiero ser criticado, nada hago; pero si nada hago, ya estoy equivocado; y si nada hago, me criticarán…y en este caso, con toda razón.
Muchos éxitos comienzan con fracasos; muchos fracasos tienen como positivo, intentar el éxito; y, después de un fracaso, siempre queda tiempo para una victoria definitiva. De Dios es la victoria y los éxitos; los fracasos se deben a nuestra flaqueza y miseria.
“Tuyo, oh Dios, es la grandeza, la fuerza, la
magnificencia, el esplendor y la majestad, pues tuyo es lo que hay en el cielo
y en la tierra... es tu mano la que todo lo engrandece y a todo da consistencia"
(Cr, 29, 11-12).
"Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” (Rom 8:28) Si hacemos la voluntad de Dios y “la cosa no sale bien” sigamos obedeciendo, porque algún plan Dios tiene.
DIOS nunca será o hará algo malo. Sus obras, decretos y juicios son perfectísimos. Decir que DIOS es injusto, es decir que se equivocó, luego, no calificaría para ser Dios.
Una cosa es que no nos gusten o no disfrutemos su perfecta voluntad y otra cosa muy distinta es que DIOS sea injusto (Job 36:22-23). Así que, ¡adelante siempre anguiru!
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