El antiguo y conocido adagio busca
instalar un mensaje optimista ante un evento adverso o situaciones
desagradables pero que, a pesar de todo, pueden revertir en resultados
positivos.
El “No hay mal que por bien no venga” se
puede aplicar como antídoto y consuelo para soportar la “jeta” o “tygué
rakú”, accidente o infortunio, que no se puede, al momento remediar.
Nuestra fauna guaraní suele responder a
la pregunta, ¿Mba étekó pio?, con el clásico, ñe`enga: “jaha
hese hína”...aunque las papas quemen el trasero.
El coronavirus se instaló en la mente y
epidermis de “todo el mundo” constituyendo una especie de segunda piel del hablador
y oidor, todos los días y muchas veces al día…en la tele, en la radio, en la calle,
etc., hasta que el saturado oído pide “socorro”.
El “no hay mal que por bien no venga”, quiero
emplear como una suerte de catarsis para seguir soportando todos los días y por
todos los medios la misma cantinela: “lavarse las manos, rociarse con
lavandina, cabeza, tronco y extremidades, etc. etc…
Se destacan algunos puntos positivos derivados
de la restricción recomendada/impuesta: #Epyta nde rógape Paraguay, aunque
todavía no es acatada en la medida requerida:
a) Los “monos
con pantalones”, especialistas en delinquir con polución sonora, entre
otros desatinos, ¡se llamaron a silencio en un 90%!... ¡Buena noticia!.
b) Hospitales no
reciben cantidad de descuartizados por accidente de motos causantes de incapacidad y muerte. No
ocupan camas de terapia.
c) Mermaron los disturbios callejeros y los “alambique guatá”, como bautizara graciosamente un amigo a los indeseables y molestosos ka ú rapo…¡Buena noticia!.
c) Mermaron los disturbios callejeros y los “alambique guatá”, como bautizara graciosamente un amigo a los indeseables y molestosos ka ú rapo…¡Buena noticia!.
d) Por consiguiente, las
novedades policiales relacionadas a delitos y accidentes mermaron drásticamente.
Es como si los eternos delincuentes se hayan “infectado” positivamente con una “dolorosa ración” de respeto y decencia.
Así las cosas, una vez superada la tragedia
del virus corona, quisiera conservar la esperanza de no volver a la chatura
cívica de hacer impecablemente bien, todo lo que está mal, como que: “nuestras
costumbres no tienen nada que se parezcan a otra nación”.
Que los pocos logros señalados, suponga
desterrar junto con el virus corona, el rebelde y antaño
cáncer que nos aqueja: “la indecencia matonil y el tavy-pokaré-mbareté,
tan
ñane mba é” ¿Si pa?
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