miércoles, 18 de marzo de 2020

CRISTIANO AÑETETÉ…O. CRISTIANO ¿REIETÉ?

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¡Ndeeera!. ¿Re ñe pyrú jeýtama pio Joselito?... Reclamó Goyín al ver el título del presente comentario. (Goyín es un buen tipo, aunque, anticlerical intransigente)

No Goyín, solo te digo que es un ataque a la obviedad decir que vivimos un tiempo muy difícil, más aun con este problema del virus corona que golpea a todos: buenos, malos, pobres, ricos, lindos, feos…

Luego, quien quiera ser fiel a Cristo, viviendo con autenticidad cristiana tiene que sufrir todo tipo de pruebas: calumnias, amenazas, desprecio, etc. El cristianismo es un estilo de vida, un modo de sentir y de ser: pensamientos, palabras y obras; no una idea.
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¡E á na Joselito!, yo pio ¿qué tengo que ver con todo lo que me estás diciendo?
Es que, el otro día le pediste a ña Fortú que te traiga agua bendita, porque tenías miedo del virus corona...Y ¿cómo pio sabes eso?...eso no importa Goyín…pero, ¡atendé para entender!

Por el bautismo somos criatura redimida por Cristo; somos cristianos llamados a vivir como Cristo dentro de su Cuerpo místico; la Iglesia. ¡Mbaéicha pio la ne re entendéi!

Tenemos una misión en la vida hermano: la de servir y amar a Dios cumpliendo su santa voluntad, la ley moral natural y los criterios del Evangelio. Ser cristiano exige conciencia y coherencia de vida, lo que debemos ser por mandato de Ñandejara.

Goyín, tenés que saber que ser cristiano añeteté no es lo mismo que ser espontáneo. Lo auténtico no radica en el hecho de decir o hacer algo porque las “papas queman”. No es un “hágase mi voluntad en tu cielo como en mi tierra”

Te sugiero que tratemos de vivir en la verdad y cumplamos la voluntad de Dios en nuestras vidas, que desterremos el tová mokoi y el pokaré, porque: “Nadie puede servir a dos señores” (Mt 6,24).

¡Ndée!... ya le parecés loo a un cura… ¡qué locura! ¿Cómo pio lograr eso? Me ayudó mucho esto que dijo Álvaro Corcuera, por eso, ¡atendéque para entender y reflexionar en esta Cuaresma!:

1* La oración. Es vital para cultivar la conciencia clara de lo que Dios quiere de mí en cada momento. La oración ilumina y además da fortaleza y valor  para perseverar en cumplir  las «cosas de su Padre» (Lc 2,49). ¡Todo cambia con la oración!  Las penas se convierten en gozo, las tristezas en consuelo, la debilidad en fortaleza, la preocupación en paz. Cristo oraba. Suplicaba al Padre, y nos enseñó el mejor camino de todos. Orar, orar, orar.

2* Vivir una recta escala de valores. Obedecer a Dios es ley suprema: está sobre pasiones y modas caprichos y costumbres mundanas y engaños del diablo. Es bueno lo que nos ayuda a cumplir la voluntad de Dios, y malo lo que nos separa de Él.

«Obedecer a Dios antes que a los hombres», dijeron los Apóstoles ante el Sanedrín (Hch 5,29). ¡Cuántas ocasiones tenemos aquí y allá para dar testimonio valiente, aunque muchas veces suponga “remar contra corriente”! ¿Lo hacemos?
  
3* Luchar contra la mentira y tratar de ser buenos; no sólo aparentarlo. Actuemos de cara a Dios y con los demás. Un gran enemigo es la vanidad, el egoísmo "chente sé", el miedo al qué dirán, la soberbia…¿entendés pa hina Goyín?

Amigo, te dejo una gran verdad que mucho me ayudó: “No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen: lo que eres delante de Dios, eso es lo que eres y nada más” (Tomás de Kempis)
Te cuento que esta tarde conocí a unos hermanos en un encuentro de oración...¡Bendito sea Dios

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