domingo, 8 de marzo de 2020

FUNCIÓN PUBLICA…

 Resultado de imagen de funcionarios corruptos..
¿SIN ÉTICA?
Al parecer, la corrupción (po karé) ha existido en mayor o menor grado, en la gestión pública, en la política, en la escuela, en el fútbol, en las religiones (opá rupieté voì)

La corrupción política, materializada en uso y abuso de cargos y cosa pública por parte de los “mandamases” de turno, en beneficio propio o de terceros (amigos, parientes, compadres, amantes, etc.) en perjuicio del interés general, es lepra que vive unida al sistema democrático, aunque en teoría, es incompatible con el mismo.

En nuestra sociedad de tres décadas de democracia, en alguna medida, somos responsables de la corrupción que nos arruina. Hay políticos y funcionarios sobornados o sobornadores, victimarios o víctimas, faltos de autoridad moral para combatirla.

El ámbito judicial (jueces y fiscales), en muchas ocasiones ha sido puesto en entredicho. Instituciones encargadas del control y fiscalización de sus respectivas áreas, han sido negligentes casi siempre en su tarea.

La fauna intelectual “brillante cerebro” no se compromete en la lucha para combatir la corrupción y la ciudadanía en general, (o ñembotavy) es muy permisiva con el político corrupto, porque todavía no entiende que ella también, paga  la corrupción.

Así las cosas, el país está dividido, la prensa está dividida y la opinión pública también, porque según qué medios escuchamos, vemos o leemos, tenemos dos realidades.

Afirma José Manuel Urquiza: La corrupción socava la integridad moral de una sociedad. Supone la quiebra general de los valores morales.

La corrupción pública, en cuanto supone lucro indebido del agente y su disposición a mal utilizar las facultades públicas que tiene encomendadas, es una práctica inmoral, ante todo; una violación de los principios éticos, sean individuales o sociales.

Algunos analistas consideran que la ética pública ha perdido hoy relevancia social, dada su naturaleza subjetiva. La gran mayoría entiende, sin embargo, que la ética ha de ser el mejor antídoto contra el veneno de la corrupción, y preconiza la necesidad de un rearme ético, de un regreso a los valores antes enunciados.

La “novela” del ex futbolista “Ronaldinho” desnuda -una vez más- las flaquezas de las instituciones del Estado, un país poco serio y sus instituciones, vulnerables.

“En cualquier país serio, no digo que no pueda ocurrir, pero ante lo ocurrido tiene que haber un castigo”, dijo el legislador Arnaldo Franco

Mencionó que el departamento de Identificaciones de la Policía Nacional y migraciones tienen “mucho que explicar” sobre lo sucedido con ex futbolista brasileño. Destacó que es muy raro cómo pasó todos los controles desde su llegada al país”.

En general, se tiene la sensación que más bien se accede y usa la política como medio de vida o como negocio para solucionar los problemas económicos para toda la vida.

La ausencia de ética en el actuar de esos políticos es, nomás luego, el denominador común de la práctica malsana y corrupta a que la prensa se refiere en los escándalos de corrupción desde bastante tiempo.

Entonces, tomemos conciencia de que este caos nos interpela a todos. La ética es virtud irrenunciable para el cambio. Volver a la esencia de los valores que alimentan el sentido genuino de la vida, es la brújula de una auténtica conversión.

Es hora de que nuestro país pierda, ya nomás, los deshonrosos primeros puestos en corrupción. Como no existe el mal absoluto, los buenos funcionarios quedan fuera de este "argelado" comentario.

Por eso: "No ambiciones tener autoridad si no eres capaz de poner fin a fin a tu arrogancia. Pues te acobardarás ante los poderosos y vendrá por dinero tu honradez" (Eclo 7-6)  ¡AMÉN!  

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