No son pocos
quienes por las redes sociales (que puede significar mucho o nada) y por las
manifestaciones de un gran universo de personas (sondeos) comparten que: Las
instituciones –en general- sufren crisis de confianza.
Luego, urge la necesidad de mayor transparencia por
parte de sociedad y sobre todo, de las élites políticas, porque muchos funcionarios públicos se desempeñan como si fueran “dueños” del poder.
(Congreso, ejecutivo, judicial y demás instituciones públicas)
La ciudadanía de “segunda”, los percibe como "opresores de dientes largos y afilados".
Si las instituciones públicas no funcionan, abundan
quejas sobre transporte de mala calidad, defensa del consumidor inoperante,
hospitales sucios y desabastecidos, maltrato al contribuyente, injusticia en la
justicia, arbitrariedades, robos y demás etcéteras harto conocidos, es claro
que el funcionario sea con razón, despreciado....
Una demanda común: Deshacer las
listas sábanas porque detrás de ellas se esconden verdaderas “lacras sociales”.
Entonces, los miles de indignados se contentarán con que los impresentables "tiburones" se refugien en sus casas y que
la política ya no sea gasto inútil para Juan Pueblo,
víctima de este infierno terrenal.
La ciudadanía decente clama porque la política cumpla
su verdadero rol: caridad en beneficio del bien común y no como es hoy; azote
y estrangulamiento del pueblo a quien dice servir. La solución para
este caos establecido es: los políticos sean mejores personas.
Para ello, E. Mounier, sugiere una Revolución
Personal, no de manera violenta con metrallas y tanques de guerra; sino una
mutación radical del "yo interior".
Revolución personal es el proceso que nace en el instante de una toma
de conciencia revolucionaria, de una rebelión dirigida en primer lugar por cada
uno contra sí mismo, sobre su participación o su propia complacencia en el
desorden establecido.
Con otras palabras significa: “Luchar contra los males de la lacra personal, lograr conversión, luego, ayudar a la salvación del otro. Es
urgente y necesario el cambio de mentalidad y conducta ¡YA!
Ojalá que podamos rectificar. No es tan fácil, pues, según parece,
tantas escuelas y universidades del primer mundo no solucionan esta cuestión.
Ahora bien, ¿para qué sirve la escuela si no es para hacernos menos menos bestiario?
Los negros escándalos recientes, nos interpelan a realizar una
auditoría moral de nuestro “yo”. ¡Cualquiera puede redimirse…si quiere!.
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