La
pregunta, per se, descubre mi ignorancia. Al punto, el profesor Augusto Hortal Alonso viene
a responder cuál es la diferencia entre deontología y ética y dice así:
“La ética profesional se centra ante todo en el tema del bien; qué es bueno hacer; al servicio de qué bienes está una profesión y cuál es el tipo de bien que busca como finalidad, la
abogacía, la medicina, la ingeniería, el trabajo profesional de los
farmacéuticos o de los periodistas, etc”.
“La deontología profesional se ocupa ante todo de los deberes y
obligaciones. (deon, del griego, deber) Busca formular un
conjunto de normas exigibles a todos los que ejercen en una misma
profesión.
Pero, sin la perspectiva de la ética, la deontología queda sin su horizonte de
referencia; no acaba de quedar claro el sentido y el por qué de las normas deontológicas; no se ve claro hacia
dónde apuntan y qué clase de bienes tratan de conseguir”
Un código
deontológico -de una o varias maneras enuncia en primer lugar deberes para con
la profesión, la competencia profesional y la responsabilidad de los
profesionales, es decir, adopta una función de modelo de actuación en el área
de un colectivo.
Así, la deontología profesional se convierte en un texto normativo,
orientada al deber. ¿Qué tratan
los códigos deontológicos? De los deberes para con la
profesión.
La ética hace directa referencia
a la conciencia personal. No queda “presa” en normas ni en códigos deontológicos. Tiene como instancia última, la conciencia individual.
Muchas veces
una acción reprochable es escondida bajo el cumplimiento de ciertas normas. Y así lo legal, lo escrito, por ser muchas veces deficiente y miope, no siempre es moralmente aceptable.
Para no
pocos profesionales, la moralidad de sus actos es sometida a la ética utilitarista, al imperativo de ser alguien en la vida, de ser exitoso y
voraz competidor en las pasarelas del triunfo, a
como dé lugar.
La
pulcritud y refinamiento académicos bautizó con el retumbante nombre de deontología (palabra reinventada por el
filósofo y jurisconsulto inglés Jeremy Bentham (1748-1832) a esa disciplina que hace veinte y
cinco siglos se conoció como Ética.
El
profesor José Luis Fernández dice: “El concepto de Ética, tal
como yo lo entiendo, es más amplio que “deontología”, porque este último queda
subsumido en el primero”
El buen
actuar humano es guiado por las virtudes cardinales, también conocidas como
“civiles”: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza, con las cuales el profesional será
considerado leal, honesto y merecedor de la confianza ajena.
Aunque
estos términos suelen usarse como sinónimos y de hecho no se contraponen,
personalmente, prefiero la Ética, en
virtud de ser ésta, más íntegra que la deontología.
¿Por qué?
Porque la deontología acata normas, reglas,
códigos establecidos.... pero, ¿si algunas normas y deberes (que reclaman justicia natural y la conciencia
moral) no están escritas....¿qué pasa?
La deontología callará ante injusticias y atropellos a
los derechos humanos, si tales “azotes” están consagrados en leyes como: aborto; eutanasia, zoofilia y demás actos antinaturales, porque, graznan como ocas hambrientas: ¡la ley se cumple; no se discute! ...¡mba éicha pio la ne re entedéi!
Recordemos que la ley positiva debe
supeditarse a la ley natural. Así las cosas, ¡no hay lugar para ninguna duda!...
¿o si?...Permanezco abierto para recibir eventual corrección fraterna.
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