miércoles, 20 de noviembre de 2019

IGLESIA DURMIENTE…

¿NO ES PA MI IGLESIA "MBA`É HINA?
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Dice el apreciado hno en la fe, Xosé Manuel Domínguez P: Antaño se enseñaba que los miembros de la Iglesia católica formaban tres grandes grupos; la Iglesia militante, que es la aún “peregrina” en la tierra trabajando por el Reino. (Resumen tomado de www.almudi.org. que lo traduzco a mi modo)

La Iglesia purgante, formada por aquello que, tras su muerte, están purificándose para poder entrar en la Vida Eterna, y la Iglesia triunfante, formada por aquellos que ya están en la gloria con el Padre.

Hoy debemos revisar esta clasificación para añadir otra categoría más. Y no es “vyroreí”, pues se trata de un grupo numeroso que forma: la Iglesia durmiente.

La mayor parte de los miembros de la Iglesia no son ni fríos ni calientes, ni viven desde el Evangelio, ni renuncian a ritos ni a costumbres (que por otra parte, tanto critican). Ni sí, ni no. Se dicen creyentes, porque creen en el consumo sin límite, en el éxito sin límite y en el confort sin límite.

Bautizan a sus hijos y gustan de convocar a muchos pa-í kuera para celebrar el funeral del papá o de la mamá (porque  hasta eso cuantifican y toman como criterio de alta clase) pero pasan el resto de su vida ignorando a esa Iglesia a la que dicen pertenecer. Espiritualistas una hora el domingo y materialistas el resto de la semana, rindiendo culto al Vyroreí sin límite.

Es la Iglesia durmiente, formada por un conjunto de practicantes-traficantes que intercambian agua bendita por seguridad, buscadores de virtudes adornadas de hermosas flores rojas y blancas. Falsos creyentes pererí a los que su tibieza les lleva a creer virtuoso lo que no es.

Y así acaban por llamar mansedumbre a la debilidad de su carácter, humildad a su impotencia, resignación a su cobardía. Son quienes protestan y se enojan cuando Dios no cumple su voluntad y claman diciendo: “Hágase mi voluntad así en el cielo como en mis tierras-propiedades”

Iglesia durmiente, que se acuerda de la Iglesia sólo para criticarla. Y en esto katú oikó hatá voi para calumniar a los que sirven. Expertos en criticar al Papa porque viaja; si no, porque no viaja. Si es viejo, porque es ya lekajá; si es viejo y viaja, peor aún. Critican al obispo, al párroco y a los servidores de este y aquel movimiento.

Sólo ellos dicen estar en y con la verdad sobre lo que la Iglesia debiera ser. Pero a la vez que critican, no mueven un dedo por hacer bien las cosas; ni para hacerlas mal.

Y a quien trabaja le “cañonean” con malos comentarios, sometiéndolos a todo tipo de críticas, enmiendas, sermones, recomendaciones. Ni hacen, ni dejan hacer. No quieren compromisos, pero están en contra de los que se comprometen.

Esta Iglesia durmiente es la que despierta sólo para asistir de vez en cuando, y sin ganas, a alguna procesión, boda, o primera comunión del mita-í (que cada vez, consiste más en copiosa comida y chupi  postsacramental, sin entender un pito el significado del rito).

Además, nunca falta algún desatinado que aconseje al cura que “termine rapidito el asunto” porque el asado “ya okai pátama hina pa-í”.

Esta Iglesia también despierta para participar de algún evento religioso, sin tener la más pálida idea del motivo que lo lleva al templo. Es la Iglesia más perdida que locote en clericó, según dicen, aturdida, que se avergüenza de sí misma porque no sabe que está llamada a ser comunidad.

Los miembros de esta Iglesia durmiente asisten religiosamente a ver el partido de fútbol, sin importar la distancia; llegan incluso tres o cuatro horas antes del inicio, pero a la misa asistirán sólo si se les da la gana, y naturalmente, nunca llegarán a hora.

Aletargados el fin de semana y estresados durante la semana, inventarán todo tipo de excusas para no asistir a alguna reunión formativa. Pero habrá siempre tiempo para el viajecito de fin de semana, la pesca o para ganar algunas horitas extras. Es que, saé loo¡el pirá piré ko es el pirá piré mi cuate!.

La Iglesia durmiente rechaza la opinión que viene de la jerarquía como imposición intolerable, pero se abrirá atolondradamente a cualquier opinión ajena, dicha por cualquiera, en cualquier lugar, no importando cuan descabellada sea, especialmente a aquellas que atacan a su propia Iglesia, sin hacer el mínimo esfuerzo de verificar la veracidad de lo que se dice.

Pero estarán siempre atentos al chisme sobre los excesos del pa-í o de tal o cual laico; nunca tendrán tiempo, ojos ni oídos para reconocer el trabajo intenso y fecundo de los servidores.

Iglesia durmiente, Iglesia tibia, sin amor a sí, desencantada, triste, la peor Iglesia posible, la más estéril de la historia, porque ya no cree en nada, no conoce la alegría de la Salvación. 

No es fría ni caliente. Ya no sabe quién es ni se acuerda de lo que recibió. Es una Iglesia de corazones cobardes y manos débiles. Ni milita, ni hace penitencias, ni goza. (Oikó mí reínte)

Una Iglesia así no sirve para nada. Ni para los creyentes ni para la sociedad. Una Iglesia así y si no cambia, sólo puede dar una buena noticia al mundo: ¡la de su desaparición!.... ¿NO ES PA MI IGLESIA MBA- É HINA? 


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