jueves, 7 de noviembre de 2019

NO DESPRECIES AL RICO…

¡ANTE DIOS TODOS SOMOS IGUALES!
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Sabido es que los juicios previos (prejuicios), ideológicos, económicos o religiosos satanizan a los  dueños de casas principescas, flota de vehículos, joyas y abultada billetera. Pero, ¡cuidado! Verdad es que “hacer dinero” tiene variados modos. ¡Un tema espinoso, que requiere tino!.

Muchas veces se usa como “garrote” el caso del joven rico que quiso seguir a Jesús, quien le pone como requisito dejar sus riquezas y honores, pero él, ante tal propuesta muy triste se aleja del Señor, y queda encadenado a su dinero (pirá piré) (Mc 10, 17-25)

Otro ejemplo: el rico Epulón no convida ni los restos de su comida al pobre Lázaro que hambriento pide en la puerta de su casa. Un peligro espiritual que supone el dinero.

Así mirado, parece lógico pensar que el hueco es muy chiquito para el paso del famoso camello de la Biblia (Mt.19-23,24)…Pero, ¡cuidado!...tengamos presente el siguiente caso:

¿Qué decir de los amigos de Jesús, Lázaro, María Magdalena y Marta, hijos de Teófilo, una familia rica de Betania, entre otras?. Los estudiosos dicen que la casa de Betania era el lugar de descanso preferido de Jesús cuando subía a Jerusalén.

A estos amigos Jesús pedía favores materiales cuando llegaban a Él gente que necesitaba ayuda. Y los hermanos nunca negaron nada al Señor, al “Hombre de Galilea”.

Entonces, la riqueza que se hereda o se obtiene con trabajo honesto, es por voluntad divina. La pregunta: ¿Qué hacer con el dinero?. Porque sin dudas, es mucho el bien que como Lázaro y familia, se puede hacer desde un alto nivel económico y social, alcanzado honestamente.

Así que, la cita: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos”, hay que manejarla con prudencia. La prudencia es madre de virtudes. Prudente no es lo mismo que ser calladito cómplice o encubridor de ladrones y corruptos.

Por ello, otra vez, ¡cuidado! para no contagiarnos con el virus de la “animadversión” que despiertan los ricos.

Para Dios todos somos iguales, no existen gordos ni flacos, ricos ni pobres (…) porque somos parte de su creación. Uno de los atributos de Dios: es JUSTO, si tuviera “hijos preferidos” dejaría de serlo. “El rico y el pobre se encuentran; a ambos nos hizo Dios. (Prov. 22:2).

Es común creer o no entender cómo actúa Dios, porque él hace cosas que no siempre son acordes a nuestro gusto. Él conoce el futuro y nunca hará algo que nos perjudique, aunque así nos parezca o creamos.

Dios tiene para nosotros preparado planes de bienestar. No es suerte, sino gracia, es decir, un favor inmerecido. De pronto alguien encontró trabajo, le cayó bien al patrón, y decimos suerte, pero en realidad, es gracia que Dios regaló a alguien para ser agradable y simpático.

Jesús tuvo un cariño muy grande a los pobres, enfermos e indefensos, como amistad profunda con algunos ricos, pero solidarios. También es cierto que quienes los enviaron a la Cruz fueron los ricos que rechazaron al Señor, porque sus enseñanzas molestaban su poder y comodidad, sus riquezas materiales, su dominio sobre los pobres.

Una curiosidad: Si bien, no puede negarse que, en la mayoría de los casos, es notablemente la prepotencia de los ricos -si son ignorantes, peor-, es también real e impactante la soberbia de muchísimos pobres. ¡Oh paradoja!

Pero, ¿Quiénes son los pobres amados por Jesús? Responde Carlos Díaz: “Pobres son quienes eligieron la libertad de no vivir encadenados a cosas de este mundo, ni de ambiciones y orgullos…La miseria obligada es esclavitud, pero la pobreza de la que habla Jesús es liberación…

La pobreza forzosa es necesidad, vacío; la pobreza de Jesús es darse al otro. No pide renuncia a la riqueza por la riqueza, pide llenarse de Dios y renuncia a todo lo que, en la riqueza, aparta de Dios, es decir, casi todo lo que la riqueza tiene de riqueza”. (cf. El hombre animal…p.194)

Conclusión: No tiene sentido apenarse por no ser rico, mejor es disfrutar lo que tenemos y no lamentarnos de lo decimos que nos falta (una cosa es necesidad, otra muy distinta, es deseos) y valorar mucho lo que poseemos.

Reconforta saber que hay ricos que ayudan silenciosamente a instituciones públicas como hospitales entre otras, cosa que los no ricos, no podríamos hacer. Por lo dicho y no dicho, no dicho... no despreciemos al rico...que también es un hermano...


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