sábado, 30 de noviembre de 2019

LA MISIÓN DE LA IGLESIA

RESPONSABLES: VOS, YO, TODOS…
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En primer lugar, la misión como acción pastoral. Un primer grupo de destinatarios son los misioneros de Cristo comprometidos: “La gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”. (DA)

La misión de la iglesia reviste la forma de “Nueva Evangelización” y es nueva porque se dirige a quienes ya fueron evangelizados y han perdido su fe, el sentido trascendental de sus vidas o sólo la pertenencia a la Iglesia.

Aparecida y Juan Pablo II nos dicen que los pueblos no cristianos son verdaderos destinatarios de la misión, pero también los ámbitos socioculturales.

En segundo lugar los nuevos areópagos son realidades nuevas que, por lo general, trascienden fronteras y que no son ni buenas ni malas sino lo que queramos, según si nos decidimos a llevarles el Evangelio como inspirador de cambios, o no lo hacemos.

Misión de la Iglesia es evangelizar el vastísimo areópago de la cultura, de la experimentación científica, de las relaciones internacionales, redes sociales, tecnología de punta…etc.

Todo ello sin abandonar la opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad que nace del amor apasionado a Cristo, que acompaña al Pueblo de Dios en la misión de inculturar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana.

Discípulos y misioneros de Jesucristo que, con su presencia ética coherente han de sembrar los valores evangélicos en los ambientes y en los nuevos areópagos: el mundo de las comunicaciones, la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, sobretodo de las minorías, la promoción de la mujer y de los niños, la ecología y la protección de la naturaleza.

Una tarea de gran importancia es la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión. Para eso, debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de empresarios, políticos y formadores de opinión, el mundo del trabajo, dirigentes sindicales, cooperativos y comunitarios.

En tercer lugar, y como campo principal de la misión, son sobre todo los corazones. Y estos corazones pueden estar a tres metros de nosotros o mucho más lejos pero siempre esperando, como tierra buena.

Sembrar en ellos la semilla de la Palabra de Dios para que a raíz del anuncio del Señor, el Espíritu y la libertad de respuesta, hagan que surja en ellos la fe y con ella un nuevo sentido de la existencia y un nuevo estilo de vida.

La acción misionera es una comunicación de corazón a corazón. El Kerygma se comunica como una experiencia de vida que brota del corazón y es necesario orar para que el Espíritu Santo abra el corazón del destinatario, como abrió el corazón de Lidia (Hch 16,14) y reciba la Palabra del Señor testimoniada por el discípulo misionero.

En síntesis, la misión de la Iglesia es cumplir el mandato divino: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Mc 16, 9-15)…Y “Vayan y hagan discípulos  todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19) 


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