miércoles, 27 de noviembre de 2019

EL PUDOR...

      ¿VALOR PERDIDO?
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Enseña Jorge Loring en su libro “Para Salvarte”, que “el pudor protege la propia intimidad, porque es propio de la persona humana. Los animales no tienen pudor, por eso hacen en público sus funciones más íntimas”

Esta protección de la intimidad se expresa en tres cosas: vivienda, vestido y lenguaje. En la casa se invita a un amigo, no a cualquier persona, pues la casa es un lugar íntimo.

El pudor también se expresa en la forma de vestir, ya que el vestido  cubre las partes más íntimas, que no se comparten “todo el mundo”.

La modernidad y el estado light, hace rato desechó este aspecto. Hoy cuando menos se cubre, es cuanto más se está en la “onda”. Hoy, el pudor  ya “era”;  o manó”.

“Ofrecer a la mirada ajena partes íntimas del cuerpo supone dejarse poseer…lo más íntimo. Toda exhibición es un acto de entrega. Mostrarse en público se parece a la prostitución”.
Eso es lo que ocurre aquí y allá, por izquierda y por derecha, en la escuela, en la calle, en el parque o en el templo.

Otro ámbito del pudor es el lenguaje. En el arte de expresar  intimidades no se hace para “todo el mundo”. Pero ahora el lenguaje es tan demostrativo, “democrático” y soez, que en las redes sociales, hasta la hora y modo de realizar las necesidades biológicas más íntimas, se vuelve alegre noticia.

Pregunté por curiosidad a varios adolescentes qué significa el término pudor: no contestaron. Me quedó la duda: ¿conocen?... y si conocen…quizá sea tan importante como rascarse la nariz un domingo…

No es posible hablar y mucho menos comprender el sentido del pudor cuando nenitas de apenas dos o tres años ya son vestidas por sus mamis con atuendos propios de cualquier modelo en pasarela.

Agregado con exuberante maquillaje y coloretes por doquier. ¡Es que es tan chúlina loo la nena!, será la expresión cándidamente estúpida de tal modernísima mami. La falta de pudor también contamina las calurientas canciones cuyas letras son ni más ni menos, verdaderos cultos a la pornografía escrita.

Los actos íntimos del pasado, hoy se exhiben y cultuan cantando y bailando con el ropaje de arte, cultura y elevado sentido de buen gusto, cuando realmente, no son sino, mensajes invitatorios para  el acto perril o perruno, a cualquier hora y lugar, con quien sea y donde sea.

Entonces vitoreamos la costumbre sodomítico-gorromina como si fuera el mayor timbre de gloria. ¡Y nada pasa!... “porque así loo ko ya es la modernidad…ya no podemos andar en el viejazo”.

“A diario, por falta de control de las autoridades y también de los padres, miles de niños se ven expuestos a ofertas tales como las líneas calientes y juegos sexuales, programas de televisión que se transmiten temprano y que contienen escenas de sexo que, aunque no son explícitas, sí insinúan esa situación”, señala el neuropsiquiatra ecuatoriano Pedro Posligua.
  
Este fácil acceso a esas ofertas, que muchas veces  incluye pornografía, puede distorsionar la futura visión de la sexualidad en los niños y llevarlos a conductas inadecuadas que los afectarán por el resto de sus vidas.

A porandú mínte ko: ¿En cuántos hogares que se tienen por “decentes” hay revistas de desnudos y te tienen como programas de “entretenimiento” la televisión que ayuda a reforzar – en vez de combatir- la sexualización inadecuada y precoz de los niños?

Si papá y mamá no cuidan con celo y pudor a los hijos, la perversa y diabólica ideología de género, junto a una escuela anarcisada y un Estado incompetente, se encargarán de destruirlos.

Por tanto, señores padres, no lloremos más tarde como rebaños, lo que hoy no supimos defender como personas responsables y solidarias. Actuemos aquí y ahora con convicción y carácter personal maduro, en defensa de lo mejor que la vida nos dio: nuestros hijos.

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