jueves, 28 de noviembre de 2019

EL TIEMPO...

¡RECURSO NO RENOVABLE...!
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Este tiempo posmoderno, pareciera que - como dijo Carlos Díaz – lo vivimos en un mundo caracterizado por la obsolescencia: todo va tan rápido que lo nuevo hoy, pronto se vuelve obsoleto. ¡Es que el tiempo pasa volando!.

El tiempo se nos escapa de la mano como granitos de arena, y ya no vuelve. Pero el problema no es el tiempo, sino, la pérdida del tiempo. Hoy como antes, una semana constaba de 7 días; 1 hora era igual a 60 minutos y un minuto.... 60 segundos.

El tiempo no ha variado para el que vive en Estocolmo, Mónaco o en Ciudad del Este, ni para el ricachón o el indigente. Para todos, el día tiene 24 horas. La diferencia está en cómo lo empleamos. La “cultura de la postergación” incorporada a nuestro “sistema operativo”, es el punto.

Los inteligentes establecen prioridades. Muchas veces gastamos demasiado tiempo en cositas de la vida, en perjuicio de grandes cosas. Ordenar ahora las herramientas – por ejemplo- es importante, no urgente - pero que si te hace llegar tarde a mi trabajo, es mal negocio. “Las herramientas están para servirme y no para entorpecer un compromiso”.

El mal uso del tiempo nos juega una mala pasada al perder el colectivo, llegar tarde a la cita, pagar recargo por mora, etc. La metáfora de “matar el tiempo” debiéramos entender como, “hacer algo” – incluso en horas de recreo (jugar, pensar o leer) - para que el tiempo no nos mate.

Hay personas que realizan múltiples actividades con éxito, con la  misma cantidad de tiempo que otros, y sin embargo, cosechan pocos resultados. El secreto está en el dominio del tiempo, porque quien “domina el tiempo, domina la vida”, dice un sabio refrán.

Le adjudican a Sir Isaac Pitman –inventor inglés-  este adagio: “Un tiempo bien organizado es la señal más clara de una mente bien organizada”. Una mente bien entrenada comienza usando correctamente su tiempo. Un valor en la distribución del tiempo podría ser, en primer lugar, un tiempo con Ñande Jara-Dios; luego con la familia, sin olvidar el trabajo, y el sano esparcimiento.

¿De qué sirve gastar tiempo en acumular riquezas, aplausos, éxitos, si mi vida espiritual, personal, familiar y salud haya enviado al exilio? Qué bueno sería recordar lo que tan acertadamente escribió San Juan de la Cruz: “A la tarde de la vida te examinarán en el amor”. Aunque parezca una frivolidad,  todos habremos de rendir ese auténtico examen final. 

El tiempo perdido ya no se recupera. Por ello, sustituyamos el conocido refrán: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, por... “No dejes para más tarde, lo que puedes hacer ahora”. 

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