Este tiempo posmoderno, pareciera que - como
dijo Carlos Díaz – lo vivimos en un mundo caracterizado por la obsolescencia: todo
va tan rápido que lo nuevo hoy, pronto se vuelve obsoleto. ¡Es que el tiempo
pasa volando!.
El tiempo se nos escapa de la mano como
granitos de arena, y ya no vuelve. Pero el problema no es el tiempo, sino, la
pérdida del tiempo. Hoy como antes, una semana constaba de 7 días; 1 hora era
igual a 60 minutos y un minuto.... 60 segundos.
El tiempo no ha variado para el que vive en Estocolmo,
Mónaco o en Ciudad del Este, ni para el ricachón o el indigente. Para todos, el
día tiene 24 horas. La diferencia está en cómo lo empleamos. La “cultura de la
postergación” incorporada a nuestro “sistema operativo”, es el punto.
Los inteligentes establecen prioridades.
Muchas veces gastamos demasiado tiempo en cositas de la vida, en perjuicio de
grandes cosas. Ordenar ahora las herramientas – por ejemplo- es importante, no
urgente - pero que si te hace llegar tarde a mi trabajo, es mal negocio. “Las
herramientas están para servirme y no para entorpecer un compromiso”.
El mal uso del tiempo nos juega una mala
pasada al perder el colectivo, llegar tarde a la cita, pagar recargo por mora,
etc. La metáfora de “matar el tiempo” debiéramos entender como, “hacer algo” –
incluso en horas de recreo (jugar, pensar o leer) - para que el tiempo no nos
mate.
Hay personas que realizan múltiples
actividades con éxito, con la misma
cantidad de tiempo que otros, y sin embargo, cosechan pocos resultados. El
secreto está en el dominio del tiempo, porque quien “domina el tiempo, domina la vida”, dice un sabio refrán.
Le adjudican a Sir Isaac
Pitman –inventor inglés- este adagio: “Un tiempo bien organizado es la señal más
clara de una mente bien organizada”. Una mente bien entrenada comienza
usando correctamente su tiempo. Un valor
en la distribución del tiempo podría ser, en primer lugar, un tiempo con Ñande Jara-Dios; luego con la
familia, sin olvidar el trabajo, y el sano esparcimiento.
¿De qué sirve gastar tiempo en acumular
riquezas, aplausos, éxitos, si mi vida espiritual, personal, familiar y salud haya
enviado al exilio? Qué bueno sería recordar lo que tan
acertadamente escribió San Juan de la Cruz: “A la tarde de la vida te examinarán en el amor”. Aunque parezca una
frivolidad, todos habremos de rendir ese
auténtico examen final.
El
tiempo perdido ya no se recupera. Por ello, sustituyamos el
conocido refrán: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, por... “No dejes para más tarde, lo que puedes hacer
ahora”.
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