LIBRO DE HÉCTOR MACHUCA GUTIÉRREZ
¿Quién no ha tenido la experiencia de
lidiar con algún hijo o familiar accidentado y momentáneamente (en el mejor de
los casos) discapacitado? Dura prueba para una familia, en cuyo seno, todos sus miembros han de acostumbrarse a una
nueva situación.
Un accidente o la repentina aparición de
una enfermedad, genera verdadero “tsunami” en la familia…porque como bombardeo, hace saltar por los aires todas las bases en las que estaba cimentada. Es que,
repentinamente… ¡todo cambia…el orden cotidiano… se altera!
Luego, papá o mamá dejará de trabajar
para poder cuidar al hijo. Y si la enfermedad es complicada y larga, es
probable que sacrifique, incluso, su carrera profesional.
Tampoco es novedad que nuestra Salud
Pública es mayor “sufrimiento que la propia enfermedad”, habida cuenta que la mayoría de los
servicios quedaron “rezagados, divorciados”…ajenos al crecimiento
poblacional.
Ciertamente, hay
problemas de calidad en casi todos los países. Pero, sigue siendo mucho peor en las sociedades
de bajos y medianos ingresos. Y nada se diga si nos referimos
al interior del país (campaña), donde todavía son más vulnerables. Además, la atención de mala calidad es faraónico
desperdicio de recursos, siendo un grave problema, aquí y allá.
El libro habla sobre un suceso real
ocurrido en Asunción -mayo del 2018-, que involucró a la hija del autor en un accidente de tránsito donde casi pierde
la vida.
Con una redacción sencilla, una
descripción franca y sincera, busca inspirar al lector, a sobresalir de situaciones similares, que ilumine el camino y de alguna forma, ayudar a otros a retomar el rumbo y resurgir de entre "las cenizas".
El mismo expone en forma natural y cruda
los hechos, las ocurrencias, las rutinas, los cuidados que demanda, las
rencillas diarias, así como sus miedos, e inseguridades, sus luchas y
contratiempos por lograr la pronta recuperación de su retoño.
En algún punto el autor dice que todos
cometemos errores, sufrimos y afrontamos tragedias, dolores, cargas y desilusiones
que no podemos sobrellevar solos. Lo bueno es que no tenemos que llevarlas solos.
Y agrega: surge una luz, un
pensamiento liberador, el agua bendita que brota de una fuente pura y cristalina; entonces encuentras
paz….y Alguien diciendo “aquí estoy, estaba esperando a que me llamaras”…Te mira y te dice calmadamente: Hola,
soy JESÚS, y te devuelvo algo que muchas veces lo has perdido por el camino: la
FE” .
En momentos difíciles queremos cuestionar a
Dios quejándonos: “si Él es todopoderoso, entonces ¿por qué no
pone fin a las tragedias del mundo” ¿Por qué a mí me suceden estas
cosas, habiendo tantos corruptos sin castigo?...y los cuestionamientos
pueden seguir…
Pero, Dios jamás es la causa de nuestros sufrimientos. Él no es culpable de nada ‘malo’ que nos ocurre. ¿Qué culpa tiene Dios de cosas que me pasan, si otros... o yo mismo he provocado?
Pero, Dios jamás es la causa de nuestros sufrimientos. Él no es culpable de nada ‘malo’ que nos ocurre. ¿Qué culpa tiene Dios de cosas que me pasan, si otros... o yo mismo he provocado?
El destino no determina qué nos irá bien o mal: ¡Nosotros labramos nuestro destino, con ayuda del Aquel que no
se puede contener en el universo por su poder y Gloria: el SEÑOR JESÚS. Bendito testimonio y enseñanza es el lucro que obtuve al leer este cautivante libro.
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