PARA QUE APRENDAS A RESPETAR...
No son pocos los papás que desean o
“amenazan” a sus hijos mandarlos al cuartel….por maleducados, drogadictos,
patoteros….
"Por más de que le grito, no parece
importarle". "No me respeta a mí, ni al papá". "Hizo tal lío
que, al final, tuve que comprarle lo que
quería…” Mientras esperaba a mi hija en la puerta de la escuela y oía a las
mamás intercambiar anécdotas, no pude más que preguntarme: ¿cómo llegamos a
perder la autoridad frente a los hijos?
Ser figura de autoridad para los hijos
supone capacidad de poner límites: "Hasta aquí está bien". Pero esto
no equivale a ser un tirano. A veces, para ganarte el respeto de los hijos,
sólo necesitas diálogo; es decir, explicarles por qué deben o no hacer tal o
cual cosa, invitarlos a pensar explicó la psicoanalista, Silvia Muñiz.
Fijar límites es
fundamental. Los hijos desde niños los necesitan para poder diferenciar qué
está bien y qué está mal, así crecerán con conciencia sana. Muchos padres
temen perder el amor de sus hijos, y creen que la mejor forma de evitarlo es
volviéndose permisivos, hijos “problema”.
Nadie tiene derecho a desparramar hijos
maleducados y prepotentes en la sociedad, como lamentablemente ocurre, para
desgracia de nuestra apocada y maximísera existencia.
Cuando se da esta realidad es que se
oye: ¡chake...te voy a mandar al cuartel hina..nde maleducado reikova…para que
aprendas a respetar!
En el mundo en que vivimos no hay lugar
para grandes ideales: «el espíritu pesa poco en nuestro mundo». Sólo algunas personas
sencillas y humildes respeta al otro. Los mbareté que desean poder y triunfo
en la vida, imponen sus caprichos por encima de todo y de todos.
“Cuando nos encontramos con maleducados
lo primero que nos preguntamos es de qué familia vienen. No nos preguntamos a
qué escuela fueron, o qué profesores tuvieron. Tampoco decimos a alguien
“maleducado” porque no sabe leer, porque desconoce la historia universal, suma
defectuosamente, ignora cuál es la capital de Bolivia.
Consideramos que todas estas fallas
provienen de una instrucción pobre, pero no de una mala educación. La mala
educación, describe a alguien sin habilidades para la convivencia, diálogo,
disenso respetuoso, para aceptación al semejante”, afirma el psicólogo Sergio Sinay.
Todo ser nace hambriento, necesitado y
con tendencias al mal. Por eso la educación es vital. “Hay que vivir como hombre”.
Y vivir como hombre significa reflexionar, dejarse guiar por la razón, servir a
unos altos ideales.
Lo repetimos una y otra vez: Los
derechos y obligaciones de los padres como educadores y responsables de los
hijos no pueden limitarse al propio hogar. Se extiende a la calle, a la plaza,
al cine, a la cancha, a los lugares de diversión.
Los padres son legisladores y rectores
de la formación cultural y social de los hijos y deben intervenir como tales,
moralizando, por ejemplo las “farras”, modificando los horarios de espectáculos
nocturnos, etc. Derechos y deberes que podrán hacer valer solamente si los
padres se asocian. La escuela no lo hace, ni lo hará.
El mejor servicio y herencia que los
padres pueden prestar a la humanidad es la buena educación de los hijos. Solo
el mal procede espontáneamente del interior del hombre. El bien exige un
trabajo intenso. “El hombre es más por educación que por nacimiento”.
“La familia es la primera escuela donde
aprendemos a pensar y el primer templo donde aprendemos a orar”. Luego, el
primer derecho y obligación de los padres, es conocer y practicar su
dignidad y autoridad. La civilización está en crisis, porque está
en crisis la familia.
La escuela instruye…y mal…de lo
contrario… ¿cómo se explica que vivimos chapoteando en el charco de nuestra
miserable chatura cívica, habiendo tantas escuelas?
Educar es vivir de tal manera que el
hijo que nos mira vea y asimile lo que ve. Estas funciones educativas
no se pueden delegar. A veces los padres eventualmente podríamos suplir las
funciones de la escuela. Pero la escuela jamás reemplazará a la educación que
dan los que crían. Y esta educación se da por acción o por omisión.
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