Se lee: “Cámara de la vergüenza tomó
nefastas posturas corruptas”. Con el blanqueo a Carlos Portillo, Tomas Rivas y
Ulises Quintana, Diputados se corona como la “Cámara de la Vergüenza”.
Sin temor a la ciudadanía también ha
salvado a intendentes acusados de corrupción; impidió la transparencia de sus
bienes; protegió el sistema de chicanas y avaló el desfalco interno para
aumentar sus operadores (Abc 14.10.19)
“Muchas veces nosotros colaboramos para
que sea la Cámara de la Vergüenza”, expresó con valentía el diputado Edgar Acosta a Radio
Ñanduti (10.10.19)
“La política no
se reconstruye con sustituir hombres que llegan al poder con antiguos vicios,
que provoca plagueo y rabia contra esta “democracia”, porque todavía vivimos
sin altura y sin valores cívicos”, decía el maestro S. Núñez.
Dos excusas
infantiloides y deshonestas aducen los malnacidos, que resultan continuo tová jepeté al pueblo, a quien sin rubor dicen… servir y representar:
1) “Gané el curul
mediante treinta o cuarenta mil votos…por lo tanto, sería una traición al
pueblo que me votó, los colegas voten la pérdida de mi investidura”.
2) “Yo no voté a favor del blanqueo... me abstuve” ¡Cobardía ponciopilatiana!
La abstención en
el caso señalado es igual a voto por la impunidad. Un antiguo adagio reza: “No
hay peor mentira que las medias verdades”. En clave evangélica sería: “Pero como eres tibio, y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca”. (Ap 3:16) Por eso: El
peor de los políticos malos…es mejor que el más bueno de los abstencionistas.
La “aplanadora”,
antes exclusividad del partido rojo, hoy contaminó el chiquero. Por eso, El
peor de los políticos malos, es mejor que el más bueno de los abstencionistas. Entonces, el idiota bonachón dice: “Cada
sociedad tiene los políticos que se merece”. Aceptar como válida esta idiotez, es
tan absurda como decir: el círculo es cuadrado. Todavía mucha gente no tiene
interés ni capacidad para cuestionar con recta conciencia nuestra situación
política.
No olvidar que muchos de ellos –parias hoy, ciudadanos
de primera después- prometen sin ruborizarse “paz, justicia social, salud…lo
mejor para la sociedad". Dicen trabajar duro día y noche…bla…bla…Pero la inseguridad,
robos, crímenes, y muerte violenta que hacen difícil la vida humana, no tienen
recreo.
Lo dicho y no dicho, no es exclusividad de la Cámara
de Diputados…el tumor moral maligno (TMM), se ha extendido a cualquier engendro que pervierte la “honorable ”institución pública …en cuyo seno, la densidad
de “parásitos vividores del Estado”, por metro cuadrado, crece incontenible sin
frenos ni barreras. (con las excepciones).
“Desde que nacemos entramos en la sociedad…es mejor
que nos corrijamos los unos a los otros; de lo contrario, lloraremos cuando unos
pocos nos lleven al matadero como a un rebaño. Lloraremos – como
rebaño lo que no defendemos como personas libres y solidarias”…(C.Díaz - El
hombre…p38)
No hay nada más dramático para una sociedad
que el silencio de los buenitos, que mirar para otro lado. ¡Que no haya paz
para los malvados!.
Que la terrible frase atribuida a Parménides de Elea, filósofo griego del siglo VI a.C.
«La guerra es el arte de destruir a los hombres, la política es el arte de
engañarlos», no tenga ya cabida en Paraguay.
Es justo y necesario recalcar una y otra vez esta verdad:
“No existe el mal absoluto”, por consiguiente, las escasas y consabidas excepciones,
quedan fuera de este agriado comentario.
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