ESTRICTAMENTE
NECESARIO.
¿Cómo hacer para que no eduquen a nuestros hijos como idiotas morales? ¡Viviendo con templanza! La templanza grita a los padres: “moderen el despilfarro, tengan austeridad”, afirma el Dr. Carlos Díaz, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Si lo
hacemos (no si lo decimos solamente), los hijos aprenderán que no es más feliz
quien más tiene, sino quien menos necesita, sabiendo que si un máximo
es superfluo, un mínimo es necesario.
“El
hombre superior ama su alma; el inferior, su propiedad, sus cosas”. Sólo sabe cuidar lo ajeno quien sabe
poseer lo propio, sin por eso llegar a la avaricia. La persona sobria cuida los
pequeños gastos, por eso gasta siempre una moneda menos de la que gana:
<quien compra lo superfluo no tardará en vender lo necesario>. La Templanza , urgente valor
que los padres hemos de recuperar.
Apuntando
hacia el <nosotros> comunitario, la familia, es por excelencia comunión
de tiempos: indecente es abandonar a los niños a su propio destino ante el
televisor para que se distraigan porque los padres siempre estamos muy
ocupados. Las estadísticas cantan: La televisión, más que diversión es violencia, en todos los
sentidos.
Si cada
vez que el niño vuelve a su casa y la encuentra vacía, porque los padres
estamos trabajando para traer dinero -¿cuánto dinero?-, sepamos que hemos
comenzado a poner la primera carga para dinamitar nuestro hogar.
Si
pretendemos sustituir el calor de nuestra presencia por la abundancia de
nuestras ausencias, envueltas en papel de regalos, habremos desecho la familia
y por eso, nosotros sin trato extenso y distendido con nuestros hijos, mañana
seremos tratados por ellos de la misma manera, pues se cumplirá
indefectiblemente la ley de la reciprocidad.
Así las
cosas, “perder” el tiempo con la familia, es la mejor forma de
hallarlo. El ausente deshace familia.
Señores
padres, ayunemos de todo lo negativo que asecha nuestra privilegiada micro
iglesia, la verdadera cuaresma está hoy en ver menos TV. La fuerza de la
educación no está en la sola teorización, sino en la orto-praxis, en que cuanto
se diga se profese. Esta alimentación que instruye y educa, nada sería sin un
ejercicio de disciplina.
Disciplinar
no consiste en pegar bofetadas, sino en crear hábitos positivos y conductas donde se hace presente el autodominio. La
verdadera libertad consiste en hacer lo que se debe, y no precisamente lo que
se quiere. Esto es disciplina, es orden. Y en la familia ¿a quién corresponde
esta tarea? La disciplina no es voz de mando del padre, por el sólo hecho de
ostentar el rol de padre.
En casa,
la existencia de defectos, de egoísmos, de insolidaridades puede y debe
transformarse con una pedagogía de la compasión solidaria y del
apoyo mutuo, elevándose a niveles de reconciliación.
Padres,
examinemos, pues, en este nicho ecológico privilegiado también nuestra
debilidades y fracasos. Nada más educativo que el fracaso para rectificar.
¿Quién
lleva razón en las mesas familiares? Algunas veces los padres, otras veces los
hijos. Tenga razón quien la tenga, papá, mamá e hijos, formamos un nosotros
amoroso. Eso es lo que importa.
El
padre, aún hoy, por imperio de su responsabilidad, sigue siendo autoridad,
recordando que auctoritas es quien aúpa y da auge, quien se hace capaz de
portar, soportar y transportar, nunca de deportar a nadie.
Feliz
familia aquella en que el padre/autoridad se manifiesta como servicio. Feliz
familia donde los más fuertes o inteligentes viven “desviviéndose” en pro de la
comunidad familiar. Y desagraciadas familias por el contrario, aquellas en la
que ser “cabeza” de familia se entiende como ser Narciso, donde la autoridad se
reivindica ilegítimamente por la vía del autoritarismo, concluye Díaz en “el
trabajo de hacer familia…dossier-2006”
Virtudes de un padre señaladas en un acróstico:
Proveedor:
Proporciona afecto emocional, económico y espiritual: Integral.
Administrador:
Proporciona sólo lo necesario. Limita gastos. Es prudente.
Disciplinador:
Sensato. Sobrio. No constituye una paternidad permisiva.
Restaurador:
Sabe pedir perdón y perdona. Es amoroso, humilde.
Educador.
Un antiguo adagio reza: “Explicamos lo que sabemos; enseñamos lo que somos.
Así
siendo, un padre responsable hace que el hijo deje de ser “algo” para ser
Alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario